jueves, 30 de julio de 2009

Plumas de fuego- Prólogo (3ª Parte)

Si quieres leer esta u otra historia desde el principio, o te has perdido algún capítulo, solo tienes que ir a la barra de la derecha y clickar en las imagenes de las respectivas historias.
Ante cualquier sugerencia, duda, o cualquier otra cosa mi email es detras_de_la_luz@hotmail.com
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Pero no le hice caso, y segundos después me asomé por detrás de la puerta de su habitación para indagar de quien se trataba, eran unos hombres uniformados, con gabardina y pantalón rojo, en la solapa había un distintivo… eran los guardias del CSA. Cuatro hombres de diferentes edades, habían venido para entregarle una carta, Swen la abrió inmediatamente para leerla, y cuando los guardias dieron por hecho que ya era sabedor del contenido de la misma, se marcharon; un segundo después de que la puerta encajara con el marco se derrumbó y calló de rodillas contra el suelo, aunque posiblemente hubo algo más aparte de aquellas rótulas que impactó contra la superficie. Un diluvio de lágrimas que no pudieron sostenerse más, brotaban desde unos ojos rendidos mientras balbuceaba improperios a todo aquel que se atreviese a pasearse por su mente. Salí de la habitación, la puerta se encontraba entornada, y fui corriendo hacía él.
-¿Qué pasa Swen?- al percibir mi voz este se incorporó de inmediato, ladeó la cabeza hasta posicionarla en un ángulo desde el cual yo no fuera capaz de ver su rostro, se restregó ambos ojos contra la manga de la camisa, y me miró
-Nada, Kiar- decía mientras esbozaba una sonrisa forzada- No pasa nada
-¿Quiénes eran esos hombres y que querían?
-Son viejos amigos que han venido a visitarme- respondió con premura
-Y son amigos ¿Por qué lloras?- Pregunté inocentemente
-Porque hacía mucho tiempo que no los veía.
Y le creí, cada una de sus palabras calmó mi curiosidad, ni siquiera le pregunté por la carta, ni porqué estaba tan triste, solo le creí, inocentemente, ahora, evidentemente, tengo otra perspectiva de lo que ocurrió.
Ahora en mi situación, intento ponerme en su piel, pero no lo consigo del todo, no sé si el contenido de aquella carta que él recibió es igual o parecido al de la mía; además él tuvo la difícil tarea de tener que despedirse de un niño, engañándome, como pudo, ese fue el camino que eligió, el que creyó mejor para mí, y supongo que aunque duro también para él, y yo no tengo nada, por eso él lloró y sufrió, y yo, me siento mejor que nunca
Pero aquel recuerdo no quedó allí, hubo algo más, algo que por aquel entonces creí que fue un sueño:
Noté un suave contacto en la frente, un cálido beso, deseé con toda mi alma que fuera mi madre, pero sentí un susurro grave que me alejó de aquella ilusión “Te quiero mucho Kiar, nunca lo olvides”. Abrí los ojos y descubrí a Swen llorando, se estaba despidiendo
-¡Shh! Duérmete, solo es un sueño- susurró con inmediatez al descubrir mis ojos abiertos, obedecí y volví a cerrarlos.
Desde aquel momento, desde aquellos trece años no lo he vuelto a ver, y ese día, y al siguiente, y durante unos cuantos más, no dejé de llorar como el niño que era, incluso es posible, que por dentro, todavía, siga llorando como lo hacía por entonces.
Lentamente volví a entreabrirlos, el continuo murmullo de las olas se escuchaba de fondo, me había dormido, y no solo el sol del día anterior se había ocultado si no que el de un nuevo día comenzaba a mostrar sus primeros rayos de vida.- ¡Que llego tarde!-grité, debía apresurarme a ir al edificio Shadows si no quería que me sucediese cualquier cosa. El contenido amenazador de la carta era claro, y tenía pánico a no llegar a tiempo, a que me encerrasen en unos fríos y oscuros calabozos, o lo que es peor, que me llevasen a la sala de torturas. Ningún indicio excepto el mensaje del CSA lo demostraba, nunca antes había escuchado nada relacionado con ello, al igual que tampoco conocía la existencia de una plaza San Juan, pero la prevención, y tal vez algo de temor a que me sucediese algo, era un motivo más que suficiente para acudir a la citación
Corrí como pude hasta llegar hasta la puerta del edificio, observé, con el corazón en la boca, como dos guardias bloqueaban una enorme reja de hierro que presumía ser la única entrada de aquella grandiosa edificación amurallada.
-Buenos días- saludé cortésmente
-¿Nombre?- espetó uno de los guardias
-¿Cómo?
-¡Su nombre!-elevó la voz el guardia mas delgado, y el que al parecer por su actitud chulesca y ególatra, debía ser el miembro con más rango del tándem-¿No lo entiende?
-Ki…Kiar- tartamudeé, pero al observar que aún no me había entendido, lo pronuncié más alto y con mucho más convencimiento- Me llamo Kiar y me están esperando.
El otro guardia, más joven y holgazán, gruñó algo inentendible cuando el compañero arqueó las cejas y dirigió la mirada hacía otro lado desinteresándose del asunto, por lo que se tuvo que volver malhumorado, sacar una pequeña llave con forma de tubo del bolsillo, y abrir una pequeña puertecita incrustada en el centro de la reja como si le fuera la vida en ello. Alzó una mano señalándome con un gesto que lo siguiera, repetí con la misma parsimonia los pasos que el daba, por lo que aproveché para observar lo que se escondía detrás de esa muralla enladrillada que delimitaba Shadows, y que desde el exterior era imposible de ver. Un camino de tierra serpenteaba por el resto del cercado, que estaba cubierto por matorrales y hierbajos que crecían a su antojo y se habían adueñado del desertado lugar.
A medida que me iba adentrando, la vegetación silvestre le comía más terreno al camino, volviéndolo cada vez más estrecho, y a medida que la maleza aumentaba, tras ella, aparecían todo tipo de cosas, desde ropa desgastada, descolorida y hecha jirones, todo tipo de basura, hasta diversos animales muertos en diferentes estados de descomposición, llenos de insectos y apestando todo a su alrededor. Aquel insoportable hedor me provocaba las arcadas que me anticipaban lo que se avecinaba si permanecía mucho tiempo más en las cercanías.

martes, 28 de julio de 2009

De mis entrañas 1

- 1 -

21 de mayo 2000

Le he dado muchas vueltas a como quería empezar esto, tal vez demasiadas, y aún no se como hacerlo. Quería utilizar palabras directas, llenas de significado, de magia, de sentimiento, pero he llegado a la conclusión de que por muchos volteos que dé no encontraré las palabras adecuadas porque no existen, así que optado por utilizarlas con naturalidad tal y como me salgan, y con ello espero que sea suficiente para lo que quiero explicar.
Ante mi se abren las puertas de una etapa, uno de esos cambios que dan el vuelco a tu vida, una gran etapa llena de vida, de emociones, de aprendizaje, pero sobretodo de ilusión. Ahora estoy convencido de que a partir de ahora todo será diferente, excepcional, que todo quedará en un segundo plano, que nada ya tiene importancia, excepto tú, pero ahora debería dejar de correr tanto y comenzar a explicarte todo desde el principio
Hace ya cinco años que Judith entró en mi vida, algunos minutos más tardes entré yo en la suya, porque cuando comenzó a latir mi corazón ella todavía no había deparado en mi existencia.

El viento invernal golpeaba la ciudad por todos los frentes. El tiempo no invitaba a salir. Las calles vestían una tímida película helada con matices blancos y cristalinos, y aunque habían vaticinado por la televisión que caería una gran nevada, por ellas transitaban todo tipo de personas enfundadas en diversos accesorios de diferentes formas y colores para mitigar el frío. Las cafeterías estaban a rebosar, en casi todas las mesas la clientela tenía al menos alguna taza de café o algún derivado del producto. Allí entre toda esa multitud que aprisionaba el interior de una de esas cafeterías me encontraba yo, sentado en un taburete en la barra, con una taza de café con leche caliente y humeante entre mis manos intentando apaciguar el tembleque que el frío me ocasionaba a pesar de llevar encima una camiseta interior de manga larga, un jersey de lana y un abrigo, dos pantalones (uno de ellos era el del pijama y me lo había colocado por debajo de los calcetines) tres pares de calcetines, dos guantes, una bufanda y un gorro, aunque mis sacudidas podrían dar a entender que me enfrentaba al frío casi desnudo.
La taza sobrevoló a escasos centímetros la barra con la ayuda de mis manos, antes de que una nueva sacudida la agitara y provocara que un poco de su contenido cayera contra el suelo. La volví a dejar reposar sobre el pequeño plato, miré hacía ambos lados, y acerqué los labios al borde del recipiente y sorbí una pequeña cantidad, aún así fue suficiente para quemarme la lengua y sentir como recorría mi garganta mientras yo emitía algún tipo de mueca reflejo. Esperé un par de minutos para volver a intentarlo, pero en el momento en el que me decidí a hacerlo, una ráfaga de viento correteó por el local, se expandió e intentó escapar del lugar, como quien tira la piedra y esconde la mano; y golpeó el cristal, se escuchaba su chirrío, quería huir antes de que el calor lo encarcelara. Había entrado a través de la puerta que alguien había abierto para entrar, o tal vez para salir. Evidentemente ese detalle no tendría ningún tipo de relevancia si la persona que entró o salió (en este caso entró) no hubiese sido Judith, porque durante todo el tiempo que transcurrió estando en la cafetería posiblemente la puerta se hubiese abierto aproximadamente una treintena de veces
Allí estaba ella, con su dulce sonrisa, los ojos, de color verde, brillaban y lanzaban destellos de su alma, y su pelo castaño formaba rizos imposibles.
Y toda esa gente que abarrotaba el local, de un segundo al siguiente, se esfumaron o por lo menos se hicieron invisibles ante mis ojos, todos excepto ella.

jueves, 23 de julio de 2009

Colores- Prólogo



-Prólogo-

Hay momentos en la vida que todo se vuelve cuesta arriba, que descubres que las manos que esperabas que te ayudaran no están y en cambio desde allí, desde aquella situación privilegiada que supone estar en lo alto de la cuesta, te tiran piedras que obstaculizan el ascenso a tan difícil paraje.
Son esos momentos en los que pierdes toda perspectiva, que ante tus ojos se abre, como siempre, todo, pero que tú, solamente ves la nada. Donde pierdes la identidad, la claridad, el paso, los sueños, la respiración… Donde todo es oscuro y allí en tus propias tinieblas recibes palos por todos lados sin saber de donde vienen, que te vuelven a tirar para abajo, como si fueras absorbido simplemente por la gravedad, y dejas de confiar de todo lo que hay a tu alrededor, hasta de tu propia sombra, hasta de ti.... Y lloras, y recuerdas, nunca dejas de hacerlo...
Donde dejas de volar porque te quedaste sin alas. ¿Donde las perdiste? o ¿Quien te las cortó?
Y llega un momento en que estas apunto de perderte en tu lado oculto, de reventar, donde es tanto el peso que estas apunto de abandonar y lanzarte de cabeza a la locura, pero quiero escapar de la prisión, de cadenas que encadenan mi alma, y cojo el coche, y me echo hacía la carretera, no sé cuando volveré, ni tampoco donde llegaré, solo sé que necesito hacerlo.
Y conduzco toda la noche por lugares desconocidos, hace un par de horas que me metí entre caminos de tierra que bordean bosques siniestros, y llega el momento en el que el cansancio me acaricia, y tengo que detenerme en ese lugar.
Y desperté, y conocí el lugar, en cada una de sus diferentes facetas horarias. Y existe un lugar, desde donde se pueden vislumbrar los más asombrosos crepúsculos y las más bellas alboradas como seguramente no se pueda hacer en ninguna parte del planeta, un juego de luces y sombras único e irrepetible cada día, que hechizaban más si cabe el lugar.
Dentro de esa burbuja de magnificencia, que abstrae la zona de todo lo demás, se encuentran dos cabañas de madera, una alejada de la otra por medio kilómetro aproximadamente, y donde una, la más cercana a mí, situada en la parte alta de la ladera de una colina, permanece rodeada de un espectacular jardín repleto de azucenas y lirios, donde cada tarde una ligera brisa se pasea por allí ha juguetear entre las flores.
Donde el frío y el calor, dominadores absolutos y alternos en cualquier lugar, se sienten impotentes al no poder acceder a ese rinconcito que se les resiste, un hogar donde desde hace mucho tiempo se comenzó a escribir una historia.
Y los días se hicieron noche, y a la inversa, y cuando habían pasado tres días, alguien golpeó una luna del coche que me hizo despertar, y observé una mirada tímida que procedía de unos ojos almendrados y negros, aquel niño mulato y hermoso que prestaba atención a cada uno de mis movimientos aguardó plantado allí hasta que me decidí a bajar la ventanilla.
-Bienvenido a tu lugar- susurro- pero ahora deberás guardarme el secreto
-¿Qué secreto?- pregunté algo escéptico
-Todo esto es un secreto, todo lo que tus ojos vean, lo que tus oídos escuchen, lo que toques, solo puede permanecer en tus recuerdos, no puedes contar nada a nadie, nunca, ni siquiera el lugar en el que se oculta.
-Ni siquiera sé donde estoy- objeté
-Claro que sabes donde estás, si no, no podrías haber llegado hasta aquí, tu lugar no es el que eliges, es hacía donde te guía tu corazón –sonreí sin entender apenas de lo que me hablaba- Voy a llamar a mi mamá, espera un momento aquí
Final Prólogo

martes, 21 de julio de 2009

Valle Alto Capítulo 1

-Capítulo 1- Bienvenidos a Villa Locura

Un estrepitoso calambre de sonido resonó en una casa de la urbanización Valle alto a altas horas de la noche. Sergio zapeaba medio dormido, la cabeza le ladeaba. Miró el reloj que tenía colgado en la misma pared en la que se encontraba el sencillo y económico mueble, comprado en el Ikea, para colocar el televisor, y se extrañó que alguien llamase a su casa pocos minutos después de las dos de la madrugada.
Se calzó las babuchas, pero la pereza hizo que se dejara caer nuevamente contra el sofá, cuando el timbre volvió a sonar otra vez.
-En estos momentos no estamos en casa, deje un mensaje debajo de la alfombra que pone “Como manches mi casa lo limpias con la lengua”, justamente la que tienes bajo tus pies….esa misma, después de escuchar la señal, ¡Piii!- gritó ante la negativa de su cuerpo a moverse, sus ojos comenzaban a bizquear adentrándose en los dominios de Morfeo, pero una vez más el timbre lo devolvió a la realidad- Vale, vale me levanto- murmuró.
Dió un salto del sofá y comenzó a caminar con desgana por el salón hacía la puerta de entrada. Alejandro, apareció por el pasillo de la segunda planta de la casa con el símbolo de interrogación en los hombros y se apoyó en la barandilla de las escaleras, Sergio encogió los hombros, y continuó su trayectoria hasta el recibidor, abrió la puerta, y al segundo estaba nuevamente cerrada.
-¿Quién era?- preguntó Alejandro
- No te lo vas a creer- dijo al volverse, los ojos se le iban a salir de las órbitas, y la boca rizaba el suelo - ¡Ha llegado el Apocalipsis!- exclamó
-¿Qué?
-¡Rápido, no tenemos tiempo, pulsa el interruptor de emergencias!
Alejandro se aproximó a uno de los interruptores de las paredes de la planta de arriba, y lo pulsó.
-No va- gritó, aunque ambos sabían de antemano que justamente ese interruptor, el que accionaba la luz del pasillo hacía un par de meses que no iba. Algún día lo arreglarían- ¿Ahora que hacemos?
-No sé, piensa algo rápido-
-¿Pero cual es el color de la alerta?- preguntó Alejandro
-Tricolor- susurró Sergio con un aire misterioso
-¿Tricolor?- rió Alejandro- si eso no existe en los colores de las alertas
-Anda que no
-¿Y que colores son?-
-Negro, negro y muy negro
-Eso es solo un color
-Ya, pero como es tan peligroso mejor lo dividimos en tres partes para lograr asimilarlo
-¿Entonces la cosa es chunga?- Sergio asintió
-Venga baja- le dijo Sergio a su hermano pequeño, y este empezó a descender los escalones- ¿Qué haces?- preguntó Sergio
-Pues bajar
-Pero tírate por las escaleras, que no tenemos tiempo- Alejandro bufó y siguió bajando las escaleras con la misma tranquilidad.
-Tengo una idea- voceó Alejandro al poner un pie sobre la planta baja, su hermano ya estaba corriendo por toda la casa- Podíamos emitir el sonido de la alarma nosotros mismos
-Buena idea, hazlo
-¡Meeeee! ¡Meeeeee! –
-¿Qué diablos es eso?- murmuró Sergio parándose en seco delante de su hermano- Parece una oveja ¿No sabes hacerlo?
-Pues hazlo tú ya que sabes hacerlo.
-Yo es que lo tengo en mi cabeza- la voz ya llegaba desde la cocina
-Pues yo también-
-Pero como vas a tenerlo en la cabeza si no sabes hacerlo
-¡Déjame!
-Venga déjate de idioteces y ponte esto- le abasteció de algunas prendas y objetos que no tardó en poner cada cosa en su lugar. Se acercaron sigilosamente a la puerta
-A la de una- susurró Alejandro- a la de dos, y a la de tres- y la puerta se abrió por dos individuos vestidos con delantales, gorros de Papa Noel y mascarillas- ¡Venga acaba con él!- lanzó un grito de guerra que su hermano inmediatamente captó.
Sergio colocó ambas manos en la espalda ante la incrédula mirada del minuto que pocos minutos había llamado insistentemente al timbre, y en un movimiento veloz sacó dos objetos, uno en cada mano, y mientras que con el de la izquierda, spray antimosquitos, se lo rociaba por todas partes del cuerpo, con el de la derecha, un matamoscas, se lo lanzaba repetidamente contra la frente. Después de gastar medio bote, y de varias decenas de sacudidas, y ante la imposibilidad de acabar con el individuo, se introdujeron rápidamente en la casa dando un portazo
-¡Es inmune al ataque! ¡Estamos acabados!- Ambos corrieron al salón y se estiraron en el suelo y volcaron dos sofás sobre ellos- ¡No olvides que te quiero!- gritó Sergio
- Y yo a ti
El timbre volvió a sonar
-Venga chicos, que no hace gracia- aunque en el interior de la casa parecían no entenderlo de la misma manera y las risas desternillantes de ambos hermanos se extendían por todo el hogar.
Cuando la risa les devolvió la fuerza, se quitaron la indumentaria, se acercaron a la puerta y la volvieron a abrir, detrás de está había un hombre alto, musculado, trajeado y con una barba de tres días. Llevaba una camiseta blanca con varios manchurrones de spray, y la frente roja con cuadraditos blancos.
-¡Hugo!- susurró Alejandro mientras se abalanzaba alegremente contra su hermano mayor
-¿Cómo estás peque?-musitó
Sergio los observó desde la lejanía, aunque estuviera allí mismo, y se dio cuenta que tras ellos habían un par de maletas.
-¿Que haces aquí?- preguntó con frialdad
-¿No le vas a dar un abrazo a tu hermano mayor?
-¿A quién?
-A tu hermano
-¿A quien?- volvió a repetir
-A tu hermano
-¿A quien?
-Déjalo- pronunció y dió paso a un silencio cargado de tensión, pocos segundos después lo rompió- No tengo a donde ir ¿Puedo quedarme unos días aquí?
-Que bien- se contentó Alejandro- Puedes quedarte en la habitación de…
-No hay sitio- interrumpió Sergio
-Pero su la habitación…
-He dicho que no hay sitio- gruñó
-Déjalo Alejandro que tu hermano no me va a ayudar
-Yo no soy como tú, Hugo- apuntó Sergio- ni punto de comparación- se volvió hacia su hermano pequeño- Ve a buscar algunas mantas y sábanas
-¿Se va al sótano?- lanzó un quejido- pero...
-Ahora- le lanzó una mirada con dureza
-Pero…
-Alejandro ¿quieres que hablemos tú y yo seriamente luego?
Alejandro se fue de mala gana a buscar el ropaje.
-No quiero que me expliques nada- susurró Sergio, entrecerró la puerta, y de una argolla que había detrás de la puerta, sacó una llave grande y dorados con algunas zonas oxidadas, volvió a abrir al completo la puerta, lanzó la llave al aire, y su hermano la cazó- Puedes quedarte en el sótano, hay una cama, es un poco dura pero es suficiente ¿no?- asintió- hace mucho frío, pero con las mantas que te va a traer Alejandro apenas lo notarás- volvió a asentir- En cuanto a lo demás, si no te tengo que ver, me harías muy feliz- silenció- ¡Ah! Por cierto suele dormir allí un mapache, no te preocupes, no hace nada, a no ser que por la noche lo pises mientras duerme, en todo caso te arreglara la cara
-No hace falta- chuleó Hugo
-¡Oh! Y tanto que te hace falta- Se inclinó hacia atrás y le lanzó un puñetazo que lo tumbó contra el suelo. Hugo no se lo esperó, por lo que apenas tuvo tiempo para verlo venir- Si necesitas algo ya sabes donde vivimos- Sergio se volvió y entró en la casa, poco después llegó Alejandro cargado con el ropaje
-¿Qué ha pasado?- preguntó preocupado al ver que le sangraba el labio y dejó caer las mantas al suelo
-Tranquilo, que estoy bien
-¡Estás sangrando!
-Que no es nada, de verdad, que estoy bien
-Vale- se calmó- aquí tienes lo que necesitas, te he metido un bocadillo por si tienes hambre
-Gracias peque
- Que duermas bien, y ten cuidado con Petrus
-¿El mapache?- Alejandro asintió
Alejandro se volvió
-La cague, ¿Crees que algún día Sergio me perdonará?- dijo de repente Hugo
-Seguramente algún día lo hará- susurró Alejandro, todavía de espaldas
Al entrar en el dúplex fue directamente al salón, su hermano estaba tumbado en el sofá con el mando de la televisión en una mano y un cigarro en la otra. Le temblaban ambas manos.
-¿Cuándo piensas perdonarlo?-preguntó
-Cuando se lo merezca
-Me voy a dormir
-Buenas noches
Pocos minutos después, Sergio nuevamente estaba ya cabeceando cunado volvió a sonar el timbre
-Lo de que si necesites algo llames a casa solo era una formalidad- rugió Sergio, se levantó y fue hacía el recibidor- ¿Qué coño quieres ahora?- pero tras la puerta no estaba su hermano, si no la mujer más guapa que jamás antes había visto, o eso se dijo-¿Sí?- se sonrojó
-Hola soy Marta, la nueva vecina de al lado, espero que no le moleste que venga a altas horas de la madrugada, he tenido problemas con el coche y antes no he podido llegar

Aquella mujer de piernas infinitas, debía rondar la misma edad que Sergio, unos treinta años, aunque su rostro juvenil le acercaba más bien a la veintena. Su pelo largo y ondulado era de un negro azabachado, y sus ojos grandes se acercaban al azul del mar
-No es molestia, estaba despierto, ¿Qué desea?
-Me dijeron que viniese aquí por la llave, me da vergüenza llamarlo a estas horas
- No es molestia ¿Qué desea?
- Me dijeron que viniese aquí a por la llave
Por el pasillo de la planta de arriba se volvió a asomar Alejandro
-¿Hace falta que haga el sonido de alerta? Es que ya sé como es.
-No –sonrió- no hace falta- volvió a entrecerrar la puerta, y de otra argolla saco un llavero, y se lo entregó a la chica- Aquí tiene
-Muchas gracias, vecino
-Un placer vecina-
Cerró la puerta y sonrió, Alejandro seguía observando la escena desde la planta superior, rápidamente se percató de su presencia
-¿Cómo es el sonido de emergencia?- preguntó
-¡Tinoninonino!- pronunció orgulloso
-¿Ha pasado algo?
-No ¿por qué?
-¿Y porque haces la ambulancia?- comenzó a reírse
-¡Idiota!- exclamó- y ya puede coger la fregona y limpiar tus babas
-Yo no he babeado
- Pues entonces lo del suelo es una humedad, y quítate el gorro de Papa Noel y deja de hacer el ridículo

Final capítulo 1

viernes, 17 de julio de 2009

Nota

Hoy era el día en el que se estrenaba Valle Alto pero por diversos problemas que he tenido con el texto no he llegado a tiempo para colgaroslo, por lo que he decidido a poneros la 2ª parte del prólogo de Plumas de Fuego con la consiguiente que Valle Alto pasará al domingo.
Gracias

PD: Abajo de esta nota encontraréis el texto

Plumas de fuego- Prólogo- (2ª parte)






-Han llamado a su casa-informó la anciana todavía emitiendo gritos-Y al ver que nadie respondía, y que yo me encontraba allí sentada con mis cosas, cuando depararon en mi presencia…-¡Ya! Pensé, mientras esbozaba una tímida y pícara sonrisa- preguntaron por usted…-silenció unos segundos- ¡Aquí estás!- gritó y volvió al silencio solo quebrado por el débil sonido que emitían sus pasos al acercarse a la puerta
-¿Y que le dijeron?- Retomé la conversación
-Si lo conocía- las palabras se escuchaban cada vez más próximas, hasta que la cortina de plástico que había en la puerta se recogió a un lado y tras ella apareció la anciana con algo en la mano- evidentemente les he dicho que sí, y entonces me han dado esta misiva para usted- estiró el famélico brazo derecho y me la entrego, la giré y estaba lacrada con el sello oficial.
- ¿Por quién me toma?- preguntó agarrándome por sorpresa el brazo con fuerza, la miré dubitativo- Se que le ha pillado por sorpresa que no la hubiese abierto
-En ningún momen…
-Su cara no decía lo mismo- me interrumpió- anda váyase a su casa y léasela con calma, seguramente será muy importante.
Estaba totalmente convencido que ni siquiera se me había pasado por la cabeza ese pensamiento, aunque tal vez inconscientemente me hubiese sorprendido, ahora dudaba, de todas maneras hubiese sido fugaz.

La señora Clink se volvió a sentar en la silla y retomó sus labores. Yo me volví para irme a mi casa, pero me detuve…
-Señora Clink
-Dígame jovencito
-¿Le importaría que abriese la carta con usted?- pregunté mirándola directamente a los ojos- es que… hmm… me da miedo que sean malas noticias y estar solo cuando las lea.
-Claro, si usted quiere a mi no me importa- sonrió gozosamente.
Hinqué las rodillas al lado de silla para ponerme a la altura de aquella menuda mujer y rasgué el sobre del sello
-Si te soy sincera- comentó la anciana temblorosa y casi tartamudeando- no la he abierto porque los guardias me amenazaron con que si la abría me torturarían lenta, salvaje y dolosamente hasta la muerte, e hicieron énfasis en lo de salvaje- la miré extrañado- es un delito oficial abrir una carta oficial y privada del CSA; además –continuó- yo ya soy muy mayor, y para lo que me queda no quiero pasarlo sufriendo.
-No se preocupe, no le pasara nada- sonreí- solo es una amenaza pero ha hecho bien en no abrirla.
Lanzó un murmuro tan débil que no lo logré entender, seguramente con su oído me hubiese enterado. No pregunté, lo dejé estar.
Cogí el papel, lo desdoblé, y comencé a leer su contenido…

Estimado habitante:

Es un placer informarle que ha sido elegido entre todos los habitantes de nuestras extensas tierra para cumplir una misión de vital importancia para nuestro país, es el deber de cualquier ciudadano proteger a los suyos, y por lo tanto obligatoria, con la consiguiente de que si usted se niega nos veríamos obligados a ponerlo en búsqueda y captura hasta su detención, y entonces pasaría a estar prisionero en los calabozos de nuestras dependencias , sin ningún tipo de derecho, a la espera del día en que se celebre el juicio y su más que probable sentencia:
AHORCAMIENTO EN LA PLAZA SAN JUAN
Delante de todos aquellos habitantes que quieran presenciar la ejecución.
Usted deberá presentarse, sin compañía, en el edificio Shadows durante el amanecer del día de mañana.
Sabemos, por su bien, que tomará la decisión correcta.
Afectuosamente

Consejo
Superior de
Ancianos


Miré a la señora Clink que extrañamente había comenzado a temblar cuando comenzó a viajar a un pensamiento pasado.
-Señora Clink ¿Qué ocurre?-
-Tiene que ir, pase lo que pase- contestó con la mirada perdida a ese recóndito lugar al que yo no podía acceder- ni se le ocurra faltar- alzo aquellas débiles manos y las pasó delicadamente por mi rostro- tiene que tener mucho cuidado.
-¿Usted sabe algo que yo debería saber?- me miró compungida, se levantó, recogió todas sus pertenencias y se adentró en su casa cerrando de un portazo.
Entendí que sí, pero que por alguna razón que desconocía no me lo podía contar. Era algo extraño, no entendía nada, pero ahora, sin saber porqué me sentía mucho más ligero.
Dejé la ropa del trabajo encima de la mesa, me duché y me estiré en la cama. Estaba agotado, pero no podía dormir, posiblemente por el mensaje de la carta, o porque en los últimos minutos me embargaba la extraña sensación de que había algo que se me escapa, algo que ya había vivido con anterioridad pero que no conseguía recordar. No pude ni siquiera descender los párpados, aunque estos me pidieran a gritos que lo hiciera.
Me levanté ante la imposibilidad de dormirme, le daba a todo demasiadas vueltas intentando reencontrar aquello que me mantenía despierto, pero esta solo reproducía imágenes y sonidos ajenos a mi búsqueda. Opté por ir al único lugar en el que me sentía seguro, la playa, no sabía si volvería a verla.
Llegué apresuradamente, mi capacidad de concentración se encontraba bajo mínimos, me mantenía con la mente en blanco. Me tumbé en la arena con la cabeza hacía el mar, y observé su bravura, su belleza, su sencillez…Su brisa transportadora me embriagaba con su olor salado, y su color, cercano al plateado me daba esa calma que necesita. Y respiré.
Pensé en la imposibilidad de no volverla a ver, era imposible que no lo hiciera, ese era mi lugar, mi rincón en el mundo solo para mí, y supe que siempre tendría esa imagen en mi mente, esas sensaciones dentro de mí, fuese a donde fuese, y sucediese lo que sucediese, y entonces despertó al fin ese recuerdo que permanecía guardado en una caja de cartón cubierta de una gruesa capa de polvo, en lo alto de un lugar oscuro y siniestro de mi cabeza, en la sección en la que según un papel blanco nombraba “Recuerdos dolorosos para olvidar”, y aunque era eso lo que debía haber sucedido, no conseguí olvidarlas, destruirlas, enterrarlas para siempre. Cerré los ojos, e interiormente los abrí cuidadosamente, y ese recuerdo salió a la luz…

Era de Swen, aquel hombre que estuvo en mi vida mucho tiempo, desde el momento que mi familia me abandonara. Era del último día que lo vi.
Nos encontrábamos en unas sillas carcomidas de color azul celeste en el salón, por aquel entonces debía tener unos trece años, y Swen me contaba una de esas historias antiquísimas de lugares muy lejanos, leyendas de aventuras con príncipes y princesas y malos malísimos obsesionados con el trono, cuando tocaron a la puerta, Swen se levantó extrañado, mesurando y silenciando sus pasos se acercó y miro a través de la mirilla, parecía que levitaba a escasos milímetros, pero clavó de nuevo sus pies descalzos sobre el frío suelo, y se volvió alarmado:
-¡Corre! Escóndete debajo de la cama de mi habitación- susurró alterado- no hagas ruido y no se te ocurra mirar- le clavé la mirada en sus ojos, los tenía desorbitados, lo labios le tremolaban, realmente todo lo hacía-¡Deprisa!
-CONTINUARÁ....

miércoles, 15 de julio de 2009

Plumas de Fuego -Prólogo- (1ª parte)

-Prólogo-

Si tuviera que definir el sentimiento que ha predominado en mi vida, claramente sería parásito, un vil, solitario y cobarde bicho llamado soledad que actúa agarrándose a tu alma y allí, bien sujeto con uñas y dientes, escupe su veneno más nocivo, el que te hace cómplice de su ermitaña y mísera condena en las sombras, el que te arranca violentamente la vitalidad cuanto más débil estás y te postra aturdido en un abismo de dudas y temores donde el único modo de subsistencia, la única vía de escape para no ser tragado por su oscuridad, en el caso de que quieras abandonar ese estado, es tener la capacidad de soportar sin atormentarte el peso que encadena tu alma.
No tardo en conseguir levantar ligeramente unos párpados que pesan como losas justo hasta el momento en el que soy capaz de descubrir que yo también me encuentro inmerso en ese estado, vagabundeando en ese punto fatídico que determinara todo lo que soy y lo que he vivido, de si seré capaz de levantarme una vez más como tantas hice ya, o por el contrario dejaré de intentarlo y permaneceré a la espera de la hora en la que mis fuerzas flaqueen y mis piernas no puedan sostener el peso que va aumentando cada vez que respiro.
Creo que mi tiempo se está acabando, y el reloj que va moviendo sus agujas en busca de las horas está apunto de encontrar la mía.
De las profundidades del precipicio se desprenden ráfagas ardorosas de llamas vivas, y de una altitud considerable, que transportan hasta mí los gritos ahogados de las almas en pena que quieren escapar de allí, del infierno, sea como sea y donde a parte de oler a dolor, a pecado, a sangre o a carne quemada, también percibo, extrañamente, un intenso olor a salado.
Querría descender, purgar por mis pecados, por mi conformidad, y no intentar evadirme. Pensé que una vez allí abajo no intentaría retirarme del fuego, preferiría arder toda la eternidad que recordar todo lo que me invitaba a moverme, a luchar, a respirar…Deseaba que el fuego me adentrase en la locura, quería estar loco por encima de todo, olvidar todo el dolor que me causaron, y la única forma era viajando a un mundo diferente, pero a la vez mío, donde todo sería producto de mi propia enajenación mental.
Estaba dispuesto a todo, incluso a jugar con la muerte y no plantarle cara en esa partida de ajedrez vital, y contrariamente a lo habitual, facilitarle con cada movimiento la estocada final, la del jaque mate, abriéndole sin más preámbulos la barrera de los peones. Y todo ello siendo sabedor de que la muerte, siniestra, salvaje y oscura, seguirá jugando conmigo, disfrutando de mi lento sufrimiento, del acompasado deterioro y putrefacción de mi cuerpo, mientras mi alma, pendiente y deseosa, pedirá agónica el golpe mortal. Y aún así siendo consciente de todo ello no soy capaz de encontrar ese aliento de vida, esas ganas de vivir, ese fuerte impulso que me lleve a saltar, incluso a volar, y tocar con mis dedos el cielo.
No quiero ni intentarlo, no quiero darles opción a dañarme un vez más, ya no puedo soportarlo. Son esas personas, las que se ocultan en las sombras, las que convirtieron mi vida en pesadillas de las que no puedo despertar. Están ahí, las presiento, pero no consigo verlas, ¿Qué quieren de mí? ¿Por qué lo hacen? ¿Por qué no me pueden dejar vivir tranquilo? Aunque tal vez, posiblemente lo que me pase es que ya esté comenzando a enloquecer, y vea sombras en mis propias tinieblas.


-Despierta…- Una voz cálida me susurraba al oído- solo es un instante imperceptible lo que te da el tiempo para decidir, un puto segundo, tal vez menos…
Si quieres vivir o morir… una decisión… Pelear o claudicar, ir al cielo o al infierno… Un pequeño intervalo para que todo sea profundamente oscuro o radiantemente luminoso…Pero sea cual sea la decisión que elijas, vayas donde vayas, será un lugar en el que no hay marcha atrás…. Tic, Tac, Tic, Tac… Tu todavía tienes ese instante. ¡Despierta!

-¡Dios!- grité mientras me golpeaba repetidamente la cabeza- ¿En que diablos estoy pensando?
Intenté dejar de lado todo aquel pensamiento, cierto que costó, pero terminó ocurriendo.

Un sol sofocante caía de lleno sobre la calle por la que subía, una pequeña callejuela estrella y empedrada llamada De Poniente. Una fina pantalla de sudor poblaba mi frente. Alcé una mirada agotada hacía el final de la calle desierta que desprendía un intenso olor a orín, y ante su proximidad sonreí al pensar que al doblar la esquina me encontraría por fin en mi casa. Tenía ganas de llegar, el cansancio me golpeaba en todas direcciones dentro de mi cuerpo, y en lo único que pensaba era en ducharme y en irme a dormir. Finalmente giré la esquina, y como era habitual, la señora Clink se encontraba en la puerta de su casa. Sentada en una destartalada silla de mimbre y madera, como cada mañana, la señora Clink se entretenía cosiendo y arreglando los descosidos de un viejo jersey de lana morado. Se detuvo al percatarse de mi presencia, su mirada fija me escaneaba de arriba abajo, y entonces comprendí cual era el verdadero motivo por el que ella permanecía tantas horas sentada en un incomodísimo asiento; no era para arreglar ropa, ¡ni que tuviera familias clandestinas en su casa! Ni para apaciguar el calor con la ligera brisa que refrescaba buena parte de la mañana. Lo hacía para observar y enterarse desde esa estratégica posición de todo lo que ocurría por la zona ¡Con el calor que hace!-susurré sin querer
-¿Ha dicho algo señorito Kiar?-me quedé perplejo de su capacidad auditiva, ni casi yo mismo había escuchado mis palabras y ese fue el factor determinante de mi conclusión. La vecina aparentaba ser muy mayor, mucho más que la edad que tenía, alrededor de los 65 años, nunca lo sabía a ciencia cierta, porque según me sermoneó un día “preguntarle a una mujer su edad directamente era poco cortés”. Poco a poco iba acercándome indirectamente.
El paso del tiempo no había tenido ninguna consideración con ella, y la había convertido en una anciana desdentada y repleta de arrugas. Su pelo era lacio de un color plateado, y era poseedora de unos intensísimos ojos grises cargados de todo el dolor y las penurias por las que pasó. Es de una altura bastante baja, y regordeta, lo que le provocaba bastantes problemas de salud, sobretodo en las piernas. Pero al parecer, el oído lo tenía en perfectas condiciones.-Aquí se está muy bien-continuó- de vez en cuando pasa un soplo de brisa fresca que apacigua el calor y reconforta.
-Buenos días señora Clink- le saludé amablemente- vigile que no se deshidrate, beba mucho agua, claro si puede, porque a lo mejor de tanto vigilar lo que hace o deshace la gente no le da tiempo a todo- me lanzó una mirada terrorífica cargada de frialdad y dolor, y al instante de que me pareciera que indicaba que me perdonaba la vida, devolvió su mirada a su estado natural, y la dirigió a sus labores; al instante sentí una punzada de arrepentimiento, no había podido controlar que el odio propio y mi lengua viperina lanzarán su imprevisto ataque. Cierto era que en el pasado tuve algunos rifirrafes con ella, trastadas de un niño travieso, o un adolescente con demasiados pájaros en la cabeza, pero no había ningún motivo para juzgar a una persona que lo único que quiere es vivir tranquila.- Perdóneme señora Clink
-No se preocupe joven- dijo disparando el dedo índice al cielo- estoy acostumbrada a que la gente lancé sus desaires, pero yo voy haciendo…-y se sumergió de nuevo en el mundo de las hilachas de lana y grandes agujas.
-Diga usted que si-sonreí- y de lo que digan de usted ni caso- bostecé, me acerqué a su lado y le puse la mano en su hombro como punto final a la disculpa; estaba a punto de desmayarme de sueño, aún no me había acostumbrado al turno nocturno de la panadería, me iba a volver cuando dio un respingo y se levantó de la silla.
-¡Ay perdone a esta anciana desmemoriada!- exclamó cambiando la expresión de su rostro que ahora expresaba preocupación. Depositó el jersey con las agujas sobre la silla y se adentró con la mayor velocidad que pudo en su casa, efectuando pasos cortos pero muy rápidos, ante mi perplejidad.- Han venido cuatro guardias del CSA a su casa- voceaba desde alguna habitación alejada


-¿Dice que han venido a mi casa?- pregunté incrédulo- ¿Y se puede saber a qué?- empecé a acongojarme, la visita de aquella gente no deparaba nada bueno.

CONTINUARÁ....

Seguimiento De mis entrañas

Puedes encontrar todos los capítulos de "De mis entrañas" aquí, por sí te has perdido alguno:

-Capítulo 1 (Primera Parte)-
- Capitulo 1 (Segunda Parte)-

Seguimiento Colores

Puedes encontrar todos los capítulos de Colores aquí, por sí te has perdido alguno:


-Prólogo-
-Capítulo 1.- Alrededor de los campos de flores doradas-
-Capítulo 2..- El ángel de piel marrón
1ª Parte

Seguimiento Valle Alto

Puedes encontrar todos los capítulos de Valle Alto aquí, por sí te has perdido alguno

-Capítulo 1- Bienvenidos a Villa Locura-
-Capítulo 2- Amanecer-
- Capítulo 3- El café de la esquina-
- Capítulo 4.- Adicto-

Seguimiento Plumas de fuego

Puedes encontrar todos los capítulos de plumas de fuego aquí, por sí te has perdido alguno

-Prólogo-

-Primera Parte-
-Segunda Parte-
-Tercera Parte-
-Cuarta Parte-
-Quinta Parte-


-2º Prólogo

-Lo que empieza...

Capítulo 1.- Desplegaos sentimientos

-1.1
-1.2

Capítulo 2.- Difunde la palabra

-2.1
-2.2


Capítulo 3 .- El mar todo lo remueve


-3.1
-3.2
-3.3
-3.4.

Capítulo 4.- Despierta, todo está cambiando (1ª Parte)


-4.1
-4.2
-4.3.

Capítulo 5.- Ha despertado, amanece (2ª parte)


-5.1
-5.2
-5.3

Capítulo 6.- Emboscada (3ªParte)

-6.1


miércoles, 8 de julio de 2009

Inicio

¿Qué es Pluma de Fuego?

Pluma de fuego es un proyecto que no nace, pues ya estaba con vida, si no que crece y madura, y ante eso llega el momento de darle la importancia suficiente para que camine solo, y no se vea eclipsado o eclipse otros de mis proyectos.

¿Qué habrá en Pluma de Fuego?

Pluma de fuego está creado para albergar mis escritos, historias, cuentos cortos, o cualquier otro tipo de texto, pero sobretodo mostrará cuatro historias:

-Plumas de Fuego-

Es la historia más ambiciosa y más larga con la que trabajo. Una historia que embarca tanto que no sé puede contar, donde su principal baza es la intriga, y donde nada es lo que parece. Vete preparando, porque en desde la primera letra que leas te absorberá.

-Valle Alto-

Valle alto es una historia sobretodo cómica pero también dramática donde llegaremos a una urbanización “Valle Alto” y descubriremos lo que allí sucede

- Desde las entrañas-

Viviremos esta historia a modo de diario donde un hombre nos contará en primera persona como ve todo lo que le rodea ante su inminente paternidad. Una historia diferente, profunda, y cargada de sentimientos

-Colores-

Esta es una historia que se me apareció como otras, pero me entraron ansias de escribirla de inmediato:
Hay un lugar oculto donde lo que está ante nuestros ojos siempre quedará marcado. Diferentes maneras de ver el mundo, y de darle importancia a diferentes cosas. Emotiva, dulce, llena de vida

¿Cada cuanto se publicará?

En principio tengo pensado publicarlas las 4 historias en días diferentes, dando un día de margen entre ellas, siempre que eso me sea posible

¿Por qué Pluma de Fuego?

Por diferentes motivos, el primero es que la historia Plumas de fuego fue la primera que comencé a escribir, y desde que lo hice descubrí el verdadero placer a la escritura. El segundo, es que Pluma de fuego, viéndolo como una pluma de escribir y al ser de fuego, cuando lo hace (escribir) deja las letras grabadas en el papel. Y tercero, y ahora os doy un pequeño avance de Plumas de Fuego… Las plumas de fuego son sentimientos del alma, que allí permanece grabados, y cuando salen a relucir dejan plumas.


Ahora, me gustaría agradecer a todas las personas que pasaran por aquí a lo largo del proyecto, y sobretodo a aquellas personas que se decidan a leerme, sería un placer recibir sus opiniones.
También me gustaría pedir un favor a quien quiera hacerlo, una firma digital. Si a alguien le apetece, lo dejo en sus manos.

Comenzámos el miércoles que viene día 15 de julio... con Plumas de fuego

-Pluma de fuego-