sábado, 5 de septiembre de 2009

Plumas de fuego.- Capítulo 2.2

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-Adelante Mach- una voz ronca la traspasó, era la primera vez que veía al alcaide
-Muchas gracias- respondí- y bien dígame señor alcaide ¿Para que me ha llamado?- Un hombre mayor me miraba con unos ojos negros firmes y despreocupados, ocultos detrás de unas gafas en forma de concha; me pregunté como un hombre que rondaría ya el octogenario podía estar en un cargo tan exigente y arriesgado, su aspecto expresaba la misma fragilidad que ese diminuto bigote que tenía y que se hizo tan popular a principios del siglo XX.
-Por favor Mach, siéntese- emitió con un ademán- ¿Le apetece tomar algo? Agua, café zumo…
-Un café sería genial-contesté- con dos cucharadas de azúcar si no es molestia
-Patricia- pronunció a través del teléfono- trae un café con dos cucharas de azúcar y un whisky doble con hielo, por favor- la secretaria aceptó inmediatamente la orden y colgó el teléfono; esbocé una media sonrisa agradeciéndole el detalle, el alcaide me devolvió el gesto con un tanto más de picardía, como si estuviéramos pensando cosas diferentes.- no es por mí, ya sabes como son las reglas- asentí con indiferencia
-No he bebido alcohol en mi vida, y no es el momento de empezar con ese mal hábito
-No sabe usted lo que se pierde, un vasito de esto le da calor al corazón
-Yo ya tengo el corazón bien caliente y sin beber, pero bueno si para usted es un placer beberse ese vaso que lo disfrute, yo lo hago sin beberlo- silencié unos segundos, y al ver que se había quedado absorto en sus pensamientos, lo devolví a la realidad- ¿Y bien? ¿A que se debe este sorprendente y repentina citación?
-Tranquilice Mach, ¿Tiene algo mejor que hacer?- preguntó irónico
-La verdad es que sí- su cara mostraba extrañeza.
-Creo- comenzó a reir a carcajadas y a soltar hileras de tosidos ahogados entre medio- que en mis años como alcaide, y ya son muchos, nunca me he encontrado con alguien que me diga lo que tú me acabas de decir
-Cada persona es un mundo- respondí secamente
-¿Tiene usted algún problema conmigo, Mach?- preguntó malhumorado y algo herido, mientras me miraba por encima de sus gafas que había descendido hasta la punta de su nariz.
-No me entienda mal, no tengo nada personal contra usted, pero como ya le he dicho tengo muchas cosas que hacer.
-Perfecto, solo quería charlar un rato con usted, pero si le parece mal lo dejamos- sus ojos cayeron derrotados y cansados, y se levantaron en el mismo momento en el que la puerta se abría, y tras ella aparecía Patricia con una bandeja de plata con el café y el whisky.
-Tiene de tiempo hasta que me acabe el café- murmuré, después el alcaide permaneció unos segundos en silencio, mirándome directamente a los ojos, era como un juego de poder a poder, haber quien tiraba y quien soltaba, tenía la sensación de que quería algo de mí, pero a su vez que eso saliera de mí, y yo quería que tuviera la sensación de que si quería algo tenía que ofrecer algo a cambio.
-De acuerdo- sonrió- ¿Cuántos días has venido por aquí?
-¿En tres meses?- pensé rápidamente- pues si no me equivoco, una docena de veces -aseguré- me encargo cada semana de limpiar este despacho
-Si usted ha venido tantas veces aquí, podíamos decir que se conoce la cárcel de palmo a palmo
-Si, podíamos decir que sí
-Y yo me pregunto, con la seguridad media de la cárcel, y con su inteligencia ¿Usted podría fugarse de aquí, verdad?
-Si- respondí tajantemente
-¿Y por que no lo ha hecho?- preguntó sorprendido
-¿Me está incitando ha hacerlo?- pregunté igualmente sorprendido
-Claro que no, pero seguramente todo el resto de la cárcel no tiene su inteligencia y quieren fugarse.
-Por eso mismo será- espeté sin pensar lo que hablaba- porque no tendrán la misma inteligencia- proseguí después de absorber un poco de café.
-Interesante respuesta- sonrió, le dio un sorbo al contenido de su vaso y comenzó a saborearlo- ¿Tu no lo hiciste, verdad?
-¿El que no hice?- murmuré- si estoy aquí es por algo ¿no?
-Desde luego- se pasó la lengua por sus labios resecos- pero eso no significa necesariamente que lo que te ha traído a este lugar sea equitativo a lo que hacen la mayoría de las personas que entra aquí, y digo la mayoría, porque también vienen inocentes
-La jueza decidió eso, yo lo acato
-La justicia a veces se equivoca- comentaba sin apartar sus ojos de los míos
-Créame, esta vez no lo hizo
-Bueno, usted mejor que nadie lo sabrá- su mirada se despegó al fin de mí y comenzó a deambular por la habitación- ¿Qué edad tiene?
-Veinticinco
-Lo que pensaba- asentía- toda una vida por delante y la malgastas en este lugar tan deprimente
-Yo lo hago por algo en lo que estuve involucrado- respondí serenamente-¿y usted porque lo ha hecho?- en ese momento, por el cambio brusco en la expresión de su cara, supe que la conversación había dejado de ser amistosa
-A partir de mañana tendrá un nuevo compañero- murmuró, despertando en mí el nerviosismo, que el notó al instante- ¿Ocurre algo Mach?
-No- contesté rápidamente para no mostrar más mi preocupación- sabía que tarde o temprano vendría alguien, solo, es que ya me estaba acostumbrando a estar solo
-Bueno, también le vendrá bien que habite con otra persona y hablen- volvió a observar cada uno de mis gestos intentando descubrir lo que pensaba.
-Claro, será una experiencia nueva, con el anterior compañero estuve poco tiempo- contesté con aplomo, mientras terminé de beberme de un sorbo la cantidad restante de café- Bueno ya es tarde, será mejor que me marche ya.
-Ha sido un placer hablar con usted- dijo levantándose y yendo a la estantería a coger un libro- ¿Le gusta leer verdad?- asentí- léase este, si quiere, y si tiene tiempo- pronunció irónicamente mientras me acercaba el libro- Mucha gente no lo conoce, pero es un libro muy interesante- miré su título, Salvación de David Méndez, no lo conocía, sonreí, y me marché del despacho.
Estuve toda la tarde escribiendo, y adoptando las medidas adecuadas para la llegada del nuevo inquilino de mi celda, y nunca creía que fuera suficiente. Me maldecía cada segundo por no haber aprovechado más el tiempo, no había hecho nada en esos tres meses , y aún ante la gravedad de la situación me ofuscaba por el desconfianza que me generaba el nuevo preso, al igual que la del alcaide, pero esa era una carga que tenía que llevar sobre los hombros. A veces pienso que nunca debí meterme en esto, desde el principio, tal vez no tuve opción, pero también sé que al meterme, pulsé el botón que hizo interesante a mi vida, así que al instante me digo que me deje de engañar y siga escribiendo, es indispensable que continúe, para no tener que buscar de nuevo las respuestas que ya encontramos, y que lo termine antes de que mi sangre sea derramada por el suelo.

A primera hora de la mañana del día siguiente, los guardias me avisaron de su inminente llegada con su ya habitual manera de dar los buenos días. No habían pasado más de cinco minutos cuando todo el mundo comenzó a salir de sus celdas, o dejaban lo que estuvieran haciendo y se volvían para ver al nuevo. Permanecí tumbado en la cama, despreocupado, ya había ocultado todo lo que pudiera levantar sospecha.
-Enhorabuena- gritó Luke que pasa por mi celda- te ha tocado un asesino múltiple
-Bueno Luke- contesté- tampoco sabes porque estoy aquí, además tu tienes a un pedófilo, que aunque aun no tiene ansias carnales, con los años y con la carita de niño lindo que tienes no quiero ver como terminarás caminando- rió a carcajadas-¿Empate?- asintió

Luke era, por así decirlo, uno de los vecinos que había en la celda colindante a la derecha, y seguramente era la persona con la que más intercambio de conversación había realizado, una veintena, sin tener en cuenta la que solo tenía monosílabos. ¿Y porque hablo con él?- porque es el único que todavía no me ha preguntado nada sobre mi vida, aunque también eso sea sospechoso, pero por eso lo estoy tanteando, haber si puedo confiar en él, sin tener que contarle la verdad, unos oídos que me escucharan me serviría de ayuda para relajar esta psicosis, pero si estáis leyendo esto, ojalá, eso significará que lo logré, tarde o temprano me entenderéis.
-Hola- dijo alzando su mano- ¿Cómo te llamas?
-Hola- contesté incorporándome y calcándole el moviendo para saludarlo con fuerza- Puedes llamarme Mach
-¿Te llamas Mach?- preguntó con ironía
-Todo el mundo me llama por aquí así
-Me puedes llamar Pablo- dijo su nombre al ver que no se lo preguntaba
-¿Te llamas Pablo?- pregunté con el mismo tono irónico, este sonrió levemente- Encantado
- Lo mismo digo, un placer conocerte- murmuró algo después, pero no lo puede comprender


Final capítulo 2

4 volátiles plumas:

Farfalla Dimora dijo...

Mmmm, me da a la nariz que este Pablo traerá cola.
En realidad, todos tus personajes traen cola :D
Me encanta.
¡¡SIGO QUERIENDO MÁAAAAAAAAAAAAAAAS!!
xD

Besos

Silencios dijo...

Ufffff creo que me he perdido algo, volveré a leer el capitulo anterior, me tienes enganchada como a una droga.
ERES MAGISTRAL

Besos Príncipe

Pluma de fuego dijo...

Farfalla, si, traerá cola, como dices todos la traen

Pluma de fuego dijo...

Silencios gracias, supongo que no habrás leido el capítulo anterior, como he publicado dos a la vez está vez