sábado, 5 de septiembre de 2009

Valle Alto.-Capítulo 4

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Recordando Valle Alto...


La historia de Sergio y Alejandro (hermanos) hace tiempo que empezó. Sergio roza la treintena, Alejandro es un adolescente, su aparente "normalidad" cae en pedazos cuando a la puerta, llama el hermano mayor de ambos, Hugo. Y descubrímos que entre Hugo y Sergio hay problemas del pasado.
-Sergio era un chico problemático hasta que decidió que quería vivir su propia vida como quisiese, tres años después de empezar esta no le dejo hacerlo
-Sergio es adicto al café, y acude a una cafetería habitualmente de donde es socia Lorena, una de las pocas personas que pueden manejar a Sergio



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Y ahora...


Capítulo 4.- Adicto

Sergio salió del trabajo, cogió el coche y volvió a ir al “Café de la esquina”. Entró por la puerta, y buscó a Lorena por el local, no estaba, se volvió cabizbajo para irse cuando la vio apoyada a un lado de la puerta con un vaso desechable en la mano.
-¿Es para mí?- preguntó Sergio sonriendo, Lorena lo miró extrañada
-Di que sí, y a los demás que les den- respondió malhumorada- ya ni siquiera buenas tardes, como ha ido el día, que tal estamos…
-Lo siento- se exculpó- es que necesito un café, que se mezcle con mi sangre, que viaje por mi cuerpo, que me haga ser persona de nuevo
-Pues no, lo siento, no es para ti
-Bueno, ¿me puedes hacer uno?- Lorena le miró furiosa- ¿Por favor?
- Lo siento, es que vamos a cerrar ya
-¿Ahora? ¿Desde cuando cerráis tan pronto?
- Desde siempre
-Siempre está abierto a estas horas, además tiene la cafetería repleta
-¿Y que? Vamos a cerrar- lo miró, se volvió y gritó a la gente que estaba sentada merendando- Venga todo el mundo fuera, que vamos a cerrar-todo el mundo la miró extrañado pero siguió comiendo-
-Lorena Gilmardi.- susurró Sergio- no me creo que me estés haciendo esto
-¿Hacerte que?
-Matarme
-Hay muchos testigos, yo no te toco
-El café
-¡Ah! En serio, vamos a cerrar- sonrió Lorena- la ciudad está repleta de cafeterías, lo siento
- Que te molesta darme un café
-Vamos a cerrar
- La cafetera está llena
- EL café está frío
-Sale humo
- Es que está muy frío y el aire muy caliente, ya sabes
- Dámelo frío
-Así esta malo
-Da igual
-Claro para que desprestigies la cafetería diciendo que el café que sirven aquí es una basura
-Yo nunca haría eso
-Estamos cerrando, ya
- Por favor
- No insistas
-Bueno da igual, podré sobrevivir
-Me alegra escuchar eso
-Bueno ¿Y como ha ido el día?
- ¡Uf!, duro, estoy reventada, pero como ya vamos a cerrar- sonrió
- Bueno, ¿Qué motivo hace que tengas que cerrar extrañamente a media tarde?
- No te importa, además no es nada extraño que cerremos a media tarde
- Simplemente era por preguntar, como estás tan cansada, y tan malhumorada, por si podía hacer algo por ti, llevarte en coche, ya sabes
- ¿Si? Gracias, me vendría genial
- Y antes de irnos ¿Me podrías hacer un café?-
-Estamos cerrando- Sergio resopló
-Venga anda vamos
Abrieron la puerta, y salieron
-Toma anda- sonrió Lorena tendiéndole el café que tenía en la mano- es triple
-Eres mala ¿la sabías?- asintió
-Y tu un drogadicto
-Ya, pero tu eres mi camello, y no sé si es peor, si necesitar algo, o aprovecharte de quien lo necesita
- Por cierto, ¿vas a dejar la cafetería llena y te vas a marchar?
-Está Noelia, la cocinera, está del bando de Cecilia, así que podíamos decir que te odia, ¿que les habrás echo?- y se puso a rumiar
- No rebusques, que no le he hecho nada
-Pues no dicen lo mismo, algo de un pinar, sexo salvaje, dejarla tirada y llevarte sus braguitas
-Eso es mentira
-¡Ay! Pícaro, que escondido te lo tenías
- No inventes, anda
- Pero si te estás sonrojando
- No me estoy sonrojando, malvada
- ¿Y olfateas sus braguitas?
- Estas para que te encierren
Lorena montó la cafetería junto a Cecilia, compañera de universidad, cuando ambas la dejaron, hacía ocho años. Su madre siempre soñó con tener una pequeña cafetería con encanto, y ese sueño pasó a Lorena y esta lo cumplió como si fuera suyo, había terminado siendo de ambas. Los padres de Lorena tuvieron un accidente de tráfico. Un borracho que quintuplicaba la tasa mínima permitida de alcoholemia entró por una autopista en sentido contrario, tras un par de kilómetros creando el caos, chocó frontalmente contra el coche de los Gilmardi (sus abuelos paternos eran italianos). Murieron en el acto. Lorena se escondió en un pozo de negrura, amargura y soledad, acurrucada en el veía las horas pasar, pero había algo en ella que había permanecido todo ese tiempo dormida, pero tarde o temprano despertaría, y despertó, su fuerza, y comenzó a luchar contra todas las adversidades como nunca antes lo había hecho. La cafetería es una de las más conocidas, y con más clientela de la ciudad.
Sergio se adentró en la cafetería, como siempre, al borde del coma cafeínico, perseguía los aromas arrastras hasta que llegó al local. Quien le atendió fue Lorena, a la que al principio le dió miedo su especial adicción y la forma de comportarse, pero al llegar a la normalidad del primer sorbo, sonrió. Lorena le decía a Sergio que tenía un desdoblamiento de personalidad, o por lo menos dos partes muy diferenciadas, a veces cuando reía, o cuando bromeaba se mostraba tan infantil e inmaduro, pero cuando tenía que ser serio su actitud era extremista, pero en cualquiera de las partes era un bonachón que no hacía mal a nadie. Lorena pensaba que poco a poco iba adoptando rasgos de la personalidad de Sergio.
Sergio arrancó el coche, Lorena de copiloto le indicaba la dirección:
-La próxima a la izquierda-informó Lorena
-¿Tu izquierda o mi izquierda?
-Mi izquierda- se levantó y se dio la vuelta para ver si era la izquierda o la derecha de Sergio- Tu izquierda-Sergio reía a carcajadas cuando Lorena se dio cuenta- Pero si estamos en la misma posición
-Ya, pero siempre quise decir eso
-Sigue recto, y donde esta esa furgoneta roja a la derecha
-La furgoneta roja de tu derecha o de la mía- y volvió a reírse.
-La única que hay
-Pero no sé cual es mi derecha y cual es la tuya
-Está mano es tu derecha, y esa es la tuya- Sergio rió cuando Lorena le cogió la mano algo malhumorada
-¿Y mi izquierda?
-La otra
-La otra tuya o la mía
-La de ambos
-Pero si yo estoy sentado a tu izquierda
-Sigue siendo la misma
-Pero si estoy del revés, y por la regla de la simetría si yo giro a mi derecha tu tienes que hacerlo a tu izquierda
-Ni simetrías ni leches, gira ahora a la derecha
-Pero…
-¡Sergio!-gritó- era por aquella calle- dijo señalando la calle ya pasada
-Ves como era tu izquierda-
-A veces te odio
-No te engañes, siempre me quieres
-Y tienes suerte que si no dejaba de ser tu camella
-Por cierto ¿Tienes jorobas en la espalda?- Lorena bufó
Dieron la vuelta, y Sergio intentó repetir la misma conversación pero Lorena lo ignoró, se metieron por la calle a la derecha de la furgoneta roja, pero no encontraron aparcamiento
-Al final va a resultar que era a mi izquierda
-Cállate la boca ya, y busca aparcamiento cerca

Final Capítulo 4



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