domingo, 27 de septiembre de 2009

Plumas de fuego 4.2

Sobre una roca que sobresalía del agua plateada del mar estaba sentada una mujer joven. Tenía una media melena ondulada de un color dorado rojizo. La palidez invadía su rostro, donde resaltaban dos grandes e intensos ojos oscuros.
-Hola- pregunté sin obtener respuesta-¿Perdona, donde estoy?
-En tus sueños, Esther- contestó sin dirigirme la mirada
-¿Y porqué estoy aquí?- No creía estar soñando, todo y a pesar de ser paradójico, me parecía muy real
-Soy Sedara, y tu estás aquí porqué tengo que darte un mensaje- comenzó a elevar el tono de voz a medida que iba pronunciando cada sílaba, al tiempo en el que me enviaba una mirada ofensiva e hiriente cargada de odio
-¿Y bien?- pregunté devolviéndole el mismo misil lleno de vileza y degradación que al llegar a mí había rebotado en el escudo defensivo que protege mi orgullo de cualquier ataque externo.
-Aléjate de él- lanzó un chillido estridente- ya te has acercado otra vez, y cada vez que lo haces es él el que sale mal parado- se lanzó sobre mí, con una mano me agarró del cuello y me elevó varios centímetros del suelo, y de la otra, usó tres de sus largas y afiladas uñas para clavármelas en mi brazo, traspasando mi piel, dejando marcado con sangre su trayecto. Quise apartarme, pero no tenía fuerzas para ello- es mío, él y yo estamos predestinados a estar juntos, y si te entrometes, lo pagarás caro
Desperté al instante bañada en mi propio sudor, junto al cuerpo de Iker. Me costaba respirar, sentía una presión en el cuello. Todos mis sentidos sufrían la pesadilla de la que acaba de escapar, incluso el brazo sentía el escozor del arañazo y la sangre descender. Encendí la luz, y descubrí que lo sentido era real, que la sangre descendía, y que el arañazo iba desde el hombro hasta el codo. Fui al baño a lavármelo y cubrí la herida con gasas
Intenté volver a dormirme, pero tenía miedo de que al hacerlo viajara de nuevo a ese pesadilla que por más que intentara no sabía comprender, todo era realmente extraño.
-Iker despierta, todo está cambiando-le susurré
Me centré en las monótonas respiraciones de Iker para mandar al olvido lo sucedido en esa larga noche que aún se resistía a morir, y con ese sonido rítmico volví a pensar en el beso, y volví atrás en el tiempo y el espacio, y volví a verlo allí tumbado con los ojos puestos en el cielo, con sus manos temblorosas jugueteando con la arena, cuando todo comenzó a pasar a un ritmo tan vertiginoso que no era capaz de contemplar en esas imágenes, que se sucedían unas a otras, esos pequeños detalles que llenaron de magia el lugar. Y me planté en el momento que desencadenó aquel sinfín de hechos carentes de explicación, aunque lo que sí comprendí era que aquel beso permanecería en mí por siempre, siendo clave en el resto de mi existencia. “Cuando una persona hace que un sentimiento despierte y actúe en ti con tanta intensidad, el recuerdo de lo sentido y lo vivido se manifestará día a día el resto de tu vida”. Y todo frenó en seco y desapareció, dejándome amparada con las dudas que me asaltaban sin cesar
Poco a poco los minutos pasaban, había escuchado pasear a las enfermeras de guardia por el pasillo, también el molestoso sonido de las aguja del reloj en su visita con las horas, incluso las gotas de una llovizna de verano colisionar contra el suelo y expandirse. Me estaba comenzando a desesperar por no poder conciliar el sueño cuando una enfermera entró a la habitación. Debían ser ya la seis de la mañana, pensé.
Aproveché la visita de la enfermera para salir a la calle y cargar mis pulmones de aire.
La madrugada desprendía leves gotas de rocío sobre el pavimento. Sentía la humedad calarse sobre mis huesos.
Volví a entrar al edificio y me dirigí a una de las máquinas por un café, o más bien debería decir por un sucedáneo del producto. Sabía que por el precio no iba a ser café de Colombia, pero tampoco creía que iba a ser un café de sabor repulsivo y de color un tanto sospechoso. Después de darle un pequeño sorbo y que una arcada me invadiera con la velocidad de un espasmo, lo tiré indignada en una papelera.
Subí al ascensor y me dispuse a caminar hacia la habitación, cuando me crucé con un chico muy atractivo. Era de una estatura media y bastante corpulento, su pelo era largo, y con una barba de varios días reforzaba ese estilo desairado. Sus ojos azules eran un tanto raros, exóticos, místicos e intrigantes, ya que por instantes daba la sensación de que mudaban en un color grisáceo o plateado. En seguida sus ojos se cruzaron con los míos, y descubrió que yo estaba observándole fijamente, y me premió con una sonrisa cómplice y payasa que provocó en mí una ligera y ruborizada réplica. Se fue canturreando y marcándose un baile por el pasillo.
Al llegar a la habitación me encontré con Carmen, estaba arreglando la habitación, como si no hubiese quien se encargara de ello. Abrió las ventanas de par en par y corrió las cortinas para que entrara el aire, sin importarle el otro paciente de la habitación 226, que casualmente tampoco tenía consciencia. Carmen era así, cuando ella creía que tenía que hacer algo lo hacía, aunque no se esperase de ella que lo hiciera, o aunque sentara mal. Trajo flores, eran unos preciosos lirios blancos que colocó en un jarrón negro con motivos florales que situó en la mesita que se encontraba al lado de la cama de Iker. Colocó bien esa cama, tiró lo desechable a la basura, y lo demás lo colocó perfectamente en su sitio, todo ante mi perpleja mirada y una sonrisa de satisfacción y admiración hacía esa mujer valiente y autosuficiente que tenía ante mí, que siempre iba con paso firme por la vida, ofreciendo todo lo que poseía a cualquier persona que veía o creía que era poseedor de buena fe, y eso, en la parte que me tocaba, me honraba y me presionaba a la vez, ya que tenía que vigilar todos mis pasos para no defraudar a una mujer con ese corazón de tales dimensiones.
-¿Vas a estar mucho rato en la puerta?- me espetó mirándome de reojo. Estaba todo impecable, impoluto, rozando la perfección, y lo más curioso es que había dejado del mismo modo la zona del compañero, de aquel chico joven que había llegado apenas una hora antes de que nosotros lo hiciéramos, y que en todo ese tiempo no había recibido la visita de nadie que se preocupara por su estado. Carmen murmuraba que aquello era penoso, que nadie se preocupara por el, por lo que era ella la que lo hacía como si de un hijo se tratara; miraba que estuviera cómodo, que no tuviera frío o que el sol no le molestara, preguntaba constantemente a los médicos por ambos, pero en ambos casos estos no tenían ningún diagnóstico en claro.
-¿Cómo has venido tan pronto?- pregunté mientras me fijaba como volvía a limpiar lo impecable-¿Qué pretendes sacarle brillo a todo?-intenté sacarle una mínima sonrisa en ese rostro que se fundió cuando se enteró de lo ocurrido en la playa.
-¿Qué te ha pasado en el brazo?- preguntó algo preocupada
-Un pequeño accidente, no es nada- me miró fijamente, primero a los ojos, y luego al brazo
-Vete a descansar-
-No estoy cansada- respondí tajantemente- es más, quiero quedarme todo el tiempo que pueda aquí.- Realmente estaba molida, me desvanecía por instantes, y poco después sacaba ligeras fuerzas del sitio mas insospechado.
Pero la insistencia de Carmen, que seguramente se percató de que no estaba tan fresca como quería aparentar, me obligó a que me marchara de allí, pero no lo hice antes de que negociáramos que a las seis de la tarde sería yo quien me rebelaría, y me quedaría una noche más con Iker.

Continuará...

5 volátiles plumas:

Pluma de fuego dijo...

Bueno, pues hoy no he podido poner imagenes, jeje, espero que la disfrutéis

Ruth Carlino dijo...

Querido amigo, cuando la pluma es de tanta calidad, así como de fuego, no necesita imágenes; las imágenes sirven para darle un toque más, pero sinceramente tu novela sin imagenes no pierde absolutamente nada.

Te has salido con las descripciones en este capítulo, realemte tienes una pluma de fuego maravillosa.

Besos.

SUSURU dijo...

Cuánto fuego, cuanto calor se percibe en las palabras escritas con tu pluma.
La pasión domina el relato y lo hace excitante una vez más.

besos

Farfalla Dimora dijo...

¿Y la loca esta de Sedara quién es?
Anda que creerse poseedora de Iker... ¡¡Y encima le hace daño a Esther!!
¡¡Pero quién se ha creído que es!!
Ains... seguro que es la amante de Kiar.

Por cierto, del que estaba en la cárcel escribiendo "la verdad" no sabemos nada, ¿no?

Me parece a mí que yo quiero saber demasiado de una vez.
¿Para cuando otro? ¿Para hoy?
Anda... sí... Lo tienes que poner como compensación de no haber puesto imágenes en este xD (es broma, lo de la compensación digo, lo de que pongas otro no)

Un besazo

Por cierto, el relato brillante.

Noelia dijo...

MMm si que hay suspenso!! el compañero de Iker me suena a conocido y el barbudo con el que se cruza vaya hay mucha gente cerca de Iker, falta ver a que se debe el alejamiento de esther y Sedara una nueva!!!

Besos

Noe