viernes, 18 de septiembre de 2009

Plumas de fuego 3.3

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Ewan me impresionó con una conversación con la que definitivamente empezamos a caminar ambos en una misma dirección, y me explicó el porque de su apariencia externa con la que cada vez estaba mas seguro que no tenía nada que ver con la interna. El no tenía un hogar al que regresar, ni siquiera una casa. Dormía en una tienda de campaña que montaba en alguna playa siempre que la climatología y las autoridades se lo permitieran, y en esos casos se iba a pasar la noche a alguna pensión. Dinero no le faltaba ya que trabajaba, pero así quería su vida, y como buena alma libre y aventurera siempre iba en continuo movimiento de un lugar a otro, sin saber donde iría ni cuanto tiempo permanecería en aquel lugar, solo a la espera de comenzar a creer que estaba arraigando en el lugar para irse a el próximo destino desconocido. El motivo por el que llevaba varios meses en Barcelona, algo impensable para él, era ese embrujo misterioso que tenía la ciudad, algo que lo atraía inexplicablemente, como si la gravedad en esa ciudad tuviera más potencia que en todos los otros lugares que había visitado, como si algo le dijera, tal vez el instinto, que debía estar en ese lugar por algo, aunque no supiera porqué; y tenía miedo, y a la vez esperanza, tenía miedo de haber llegado ya al final de su camino, de la búsqueda de su lugar, de asentarse de alma y corazón y tener que entregarlo a la gente que poco a poco se acercaban a su localización y volverse a arriesgar, pero también tenía la esperanza de encontrar la calma, de comenzar a tener la oportunidad de ser feliz. Todo eso me hacía mantenerme alerta, me intimidaba todo lo que había vivido, todo lo que sabía, con menos edad que yo, pero a la vez me atraía.

Un día sin mas preámbulos, asombrosamente dejó de interesarse por Sandra, es más, no escatimaba en esfuerzos para que ella y yo empezáramos algo, y yo lo agradecía porque comenzaba a sentirme bastante atraído por ella, aunque viera esa relación más como un amor esporádico de verano que como una relación seria en la que implicarme emocionalmente, no era eso lo que quería, luego ella se iría y llegaría el adiós y yo seré el que volverá a sufrir como ya había echo con Esther, y tenía miedo a ello. Era consciente de que todo el mundo tarde o temprano se marcha, y pese a ello, y pese a tener miedo, no me encerraba dentro de esa cáscara protectora, porque prefería mil veces sentir y sufrir a tener el corazón vacío donde irrumpiría la oscuridad y la soledad. Decía que no quería eso, actuaba la razón, pero el corazón decía totalmente lo contrario y su palabra era más alta y mas poderosa y me arrastraba hacía ella atraído como con un imán, colocándome al borde del abismo, donde dudaba si caería o no. No podía separarme de su lado, me sentía cada vez más cómodo, sentía que necesitaba cada día un poco más.
Sandra y yo no tardamos nada en comenzar con los flirteos, los piropos, las caricias, los besos, necesidades de uno mismo que además atraían a la otra persona, hasta que finalmente, y aunque no queríamos nada serio, lo empezamos. Desde luego no sentía lo mismo que llegué a sentir con Esther, en cuanto a magnitud e intensidad se refiere, pero tampoco Sandra había tenido el mismo tiempo que tuvo Esther para llegar a cualquier recóndito rincón de mi ser. Estaba seguro que ella era capaz de conseguirlo.
Sábado por la mañana, el sol actuaba en su máximo esplendor, las playas estaban abarrotadas de gente, la mayoría extranjera, de sombrillas y de toallas. Sandra y yo también disfrutábamos del mar, cuando apareció Ewan totalmente irreconocible, lo que veíamos, atónitos, en frente, era como el alter ego de él, como si fuera él mismo pero sin su personalidad, pero lo cierto es que estaba espectacular. Estaba afeitado, con un corte de pelo más moderno que había destruido a aquellos bucles interminables, y con un aire pulcro. Portaba un moreno natural, su ya habitual tabla de surf y su bañador largo, que le llegaba justo por debajo de las rodillas, de rayas oblicuas blancas y negras. Sandra y yo nos miramos instantáneamente, y después de muchas cábalas el único motivo que se nos ocurrió a tal cambio radical era que había conocido a una mujer, y comenzamos a reir. Nos las ingeniamos para provocar una cita doble, cosa que rechazó ipso facto, y aunque al principio nos costó sacarlo de la negación, Ewan que pese a esa barrera tosca del exterior, definitivamente es un buenazo y accedió.
Era mi primera cita como tal con Sandra, por lo que tenía que ser muy especial. Me vestí con lo que creí que era lo más conveniente para el lugar y la ocasión, un look elegante pero informal, unos pantalones blancos rectos de pitillo y una camisa del mismo color, unos zapatos clásicos grises al igual que la fina americana.
Conseguimos una reserva para las diez en uno de los restaurantes más populares de la ciudad que siempre permanecía al completo, pero gracias a que Ewan tenía contactos con el jefe conseguimos una mesa.
Fui a buscar a Sandra, y para ello no tuve que hacer un gran trayecto, subir una decena de escaleras, y ya me encontraba en el rellano frente a su puerta, sonreí. Abrió la puerta y tras ella apareció más que una mujer una diosa, espectacularmente bella y elegante con un vestido negro de tirantes descubierto por la espalda y con un escote vertiginoso, además tenía un pequeño bolso dorado, que conjuntaba con sus zapatos de tacón de aguja Cogimos el coche y en nada nos encontrábamos en el restaurante de la ciudad Condal. El lugar se llamaba “El café de la princesa”. Nos dirigimos al interior, y nos quedamos maravillados de su belleza, corroborando el porqué lo calificaban como uno de los espacios más románticos de la ciudad. Era quizás porque lo tradicional convivía a la perfección con lo exótico, los colores calidos mezclados con aquellos muros de piedra y aquellas grandes alfombras que combinaban a la perfección.
Un camarero, amablemente, nos acompañó hasta la mesa. Todavía Ewan y su acompañante no habían llegado, nosotros nos habíamos adelantando levemente a la hora citada. Mientras esperábamos tomábamos agua frasca que refrescaba nuestro paladar, y que era apetecible en aquella época del año.
-¿Cómo crees que será el gusto de Ewan con las mujeres?- preguntó curiosa
-Pues me hago una ligera idea- respondí mirándola con cierta ironía, aunque Sandra no me siguió- Será bueno seguro
-¿Por qué estás convencido?
-Tiene que ser muy bueno para que haya cambiado tanto su aspecto- asintió Sandra
El silencio se apoderó de nosotros, y en aquel hermoso sonido inapreciado la contemplé, todo ella era magia y luz, sin dudas me estaba enamorando nuevamente.
-Sandra- susurré al besarle delicadamente el lóbulo de la oreja, esta, volvió a la realidad despojándose de sus pensamientos, alzó una mirada cómplice y sonrió- estás preciosa
-Gracias Iker- sonreía y se sonrojaba a medida que me contestaba- tú también lo estás- se inclinó con sutileza y me besó.
-¡Oye! Iros a un hotel- la voz de Ewan rompió tajantemente aquel romántico momento. Nos separamos avergonzados mientras sonreíamos tímidamente.
-Hola Ewan- le saludé, y comencé a alzar poco a poco la vista mientras me levantaba del asiento y comenzaba a vislumbrar a su acompañante, poseedora de unas preciosas y largas piernas; llevaba una vestido verde estilo año veinte, era una chica de piel morena, y me centré en su cara, pero inmediatamente bajé la mirada, volví a levantarla nuevamente con más lentitud con la que había hecho antes, con un pálpito intenso en mi pecho, y con el temor de que al volver a mirarla volviese a ver lo mismo que había descubierto la primera vez, me volví a detener fijamente en su cara, no había duda, era Esther, ambos nos quedamos paralizados y exhaustos.
-Hola Esther-Al terminar de pronunciar esas palabras, cometí el peor error posible, mirarla a los ojos, y entonces comprendí que por mucho que quisiese engañarme u ocultar no había dejado de querer a Esther, que posiblemente mi cerebro mandaba señales ilusorias para engañar a mi corazón como único modo de supervivencia, que todos los muros que costosa y dolorosamente construí, día a día, y ladrillo a ladrillo para encerrar todos aquellos sentimientos que ya creía extinguidos, se derrumbaron de un plumazo tan solo con un diminuto detalle. Peligroso, incluso casi mortal, fue engancharme nuevamente a sus ojos, creando un enlace irrompible en ese momento, y todo volvió a pasar una vez más por mi cabeza en milésimas de segundo, todo lo vivido con ella, lo sentido, las imágenes de aquel beso que desencadenó sentimientos únicos y que luego se autodestruyeron al provocarse situaciones algo extrañas y complejas, y comencé a ver todos aquellos recuerdos desde todas las perspectivas y ángulos posibles.
Aquel beso que se alejaba de la normalidad, que provocó en mí aquella sensación de éxtasis, y que también me dejó en una cuneta tres semanas de mi vida, aquel beso no fue normal, este tiene muchísima más sustancia que otro cualquiera. ¿Por qué tuvo que estropearlo todo?



CONTINUARÁ...

7 volátiles plumas:

Pluma de fuego dijo...

Juas,juas, juas, no queríais que publicara? Pues aquí lo tenéis.
Por cierto me gustaría decir que está historia la tengo bastante avanzada,y si algo que comentáis (Como el caso Esther) sale la próxima publicación solamente es casualidad

Farfalla Dimora dijo...

"El único motivo que se nos ocurrió a tal cambio radical qera que había conocido a una mujer"
Justo ahí he pensado "Esther".
¡¡¡¡Bueníiiiiiiiiiiisimo el relato!!!!
Quiero más, corrijo, necesito más, mucho mucho más.
Me muero de ganas por saber que conversación tienen ahora la huída y el del corazón roto.
Brillante.

PD: muchísimas gracias por el email, me has aclarado mucho las cosas.

Un beso

Silencios dijo...

Me he quedado como IKer, Petrificada a la pantalla, niño.

Ya decía yo, que Esther no podía desaparecer de esa manera, de todas formas, imagino que dará una creíble explicación sobre ello, ¿no?.

Bien, bien ....
El siguiente ... por favor, Maestro

Besosssssssss

Noelia dijo...

Oyeee vaya con Esther que situación y encima los dos acompañados o sea no se pueden echar culpas jajajaj me encanta Pluma oye mañana más esto es la novela de la tarde he!!! jajajaj

Besos que estes bien !!!

Noe

Pluma de fuego dijo...

Farfalla Dimora jajaja, no podía irse, jejeje.
Me alegro de que te haya aclarado las cosas

Pluma de fuego dijo...

Silencios, claro, tu solo espera.. y leé el siguiente

Pluma de fuego dijo...

Noelia, jajaja, la blognovela no?