martes, 1 de septiembre de 2009

Pluma de fuego.- Capítulo 1.2

Unos días más tarde, los exámenes terminaron. Esther y yo volvimos a la casa de sus padres en Barcelona. Comenzamos a buscar un trabajo cuya remuneración nos permitiera ahorra para poder ir tirando el resto del año. Ambos conseguimos empleo en el turno de mañana, lo que nos dejaba toda la tarde libre, cosa que yo aprovechaba para ir a la playa.
Un día nos llamaron unos amigos en común que hacía tiempo que no veíamos, y quedamos para ir a tomar algo en una terraza que habían inaugurado hacía poco.
Como era habitual, salí del trabajo a las tres de la tarde, y en vez de ir a la playa, decidí ir a casa y acostarme un rato por si por la noche se me hacía tarde y dormía poco no se me acumulara el sueño.
Abrí bruscamente los ojos, como si supiera de antemano que se me habían pegado las sabanas. Miré temeroso el despertador, el luminoso marcaba las 21:35, respiré tranquilo, todavía me quedaba un rato-
-¡No!- un alarido grave emanó de mi garganta, di un bote desde la cama, abrí la puerta de la habitación y corrí hacía el baño; a medida que corría a través del pasillo, imploraba porque no pasara lo de siempre, pero no sirvió de nada, el baño estaba ocupado. Golpeé la puerta- Esther ¿te queda mucho?- Al ver que no obtenía respuesta volví a repetir los pasos, tocar la puerta (ahora mucho más fuerte), y hacerle la pregunta (ahora mucho más alto) pero ambos gestos volvieron a quedarse incrustados en la madera de la puerta.
El reloj movía con más rapidez si cabía sus extensiones, martirizándome con cada uno de sus tic-tacs, hasta que consiguió meterse en mi cabeza y martillearla por cada costado, mellándola, arrastrándome a la locura. Odiaba llegar tarde a los sitios
-¡Esther, que llegamos tarde!- gritaba furioso mientras aporreaba la puerta.
Finalmente y después de veinte minutos de reloj, la puerta se abrió. Un manto de vapor de agua salió disparado hacía todas las direcciones saboreando la ansiada libertad. A medida que se disipaba esa neblina, se podía entrever a una descomunal Esther, cual diosa mitológica, con una toalla enrollada perfecta y sensualmente en su cuerpo, otra lo hacía en su cabeza. Una cantidad de gotas se paseaban a su antojo por su cuerpo, y me excitaba solo de imaginarme recorriendo esa misma superficie de piel.
-¿Qué se supone que haces ahí parado?- dijo con su habitual sonrisa y con un guiño de ojo pícaro que destrozo mi sueño fugaz.
-Por si no te has dado cuenta, vamos a llegar tarde- murmuré enojado
-¿Perdona? El que no se ha dado cuenta de la situación eres tú- ironizó- sé un poquito observador, y te darás cuenta de que el único que no se ha duchado eres tú, y por lo tanto, eres el único que va a llegar tarde.
Cuando salió solo quedaban cinco minutos para la hora citada, la miré con la mirada más temible que pude encontrar, me introduje en el baño y cerré la puerta de un portazo.
-Oye- dijo tirando de la cortina que rodeaba la ducha, encontrándome completamente desnudo- ¿Qué creías que te iba a abrir la puerta y nos íbamos a duchar juntos?- Su sonrisa iluminaba su cara, y en ese color marrón verdoso de sus ojos se apreciaba un brillo especial; comenzó a reírse sarcásticamente, señaló el reloj de muñeca y le dio varios golpecitos con el dedo- Vamos Casanova, que aún te vas a creer que vamos a tener sexo en la ducha.
Cerró la puerta. ¿Qué es lo que había dicho? Lo sabía, por supuesto que lo sabía. Cada letra, cada fonema, cada gesto que hacía su cara al vocalizar esas palabras, cada gota que le seguía cayendo y se escondían en sus zonas prohibidas puruleaban por la superficie de mi cabeza como si esta estuviera totalmente hueca, pero intentaba engañarme, como si hubiese escuchado mal, o simplemente intentaba pensar en cualquier otra cosa, no podía, y me imaginé la cara de idiota que se me tuvo que haber quedado al oír la frasecita “Vamos Casanova, que aún te vas a creer que vamos a tener sexo en la ducha”. Sabía perfectamente que lo había dicho para provocarme, sin ningún tipo de maldad, pero aún así, había ese algo herido dentro de mí, tal vez el orgullo, que hacía que me planteara la posibilidad de que pudiese haberlo dicho a consciencia; me estaba matando que creyera que poseía esa frialdad, que era compatible con esas frivolidades.
El agua de la ducha golpeaba con fuerza mi cuerpo, y tuvo que ser una gota que entró de lleno en mi ojo la que me devolviera a la realidad, dejando de pensar en esas banalidades, seguramente nada era comparable a la película que me estaba montando.
Finalmente, ambos llegamos veinte minutos más tarde (y aún gracias) yo con la congoja sobre mi espalda, y la vergüenza sobre mi rostro, y ella tan tranquila, sin darle ningún tipo de importancia. Cenamos, estuvimos charlando de cómo iban nuestras vidas, contando anécdotas, etc…Más tarde, ellos comenzaron ha hablar de sus cosas, ya que se conocían desde la infancia, me excusé y fui a la playa a la que ya tanto añoraba tras no haberla visitado ese día. Me tumbé en la arena, de madrugada, dejando que la brisa salitrosa del mar me transportara a la calma, dejando que ese intenso olor salado me invadiera; aquella situación era única, y por mucho que intentara buscar un lugar que provocara en mi una situación igual o mejor, era imposible, allí era donde había creado mi mundo aparte, ese lugar especial en el mundo que es solo tuyo y de nadie más, ese vínculo, ese cofre del tesoro donde guardas algunos recuerdos y otros salen a la luz solamente allí, lugar de nostalgias y anhelos, de ilusiones y deseos, de llantos, de consuelos…
No hay nadie que te entienda como lo hace ese lugar especial.
El tiempo dejó de existir para mí, no sabía a que hora había llegado, como tampoco cuanto había transcurrido desde que estaba allí, absorto en mis pensamientos. La brisa marina jugueteaba con el silencio, con la calma, pero de repente algo quebró todo aquello
-Oye golfo- gritaron desde lo más alto de la playa, allí donde se encontraban las hileras de árboles del paseo marítimo; Ni siquiera me levante para saber quien era, ella era la única que me llamaba así, aunque no sabía porqué- ¿Puedo sentarme a tu lado?
Sonreí, seguramente si no hubiese presupuesto lo que iba a suceder, le hubiese dicho que no, se lo gritaría de todas las maneras posibles, se lo escribiría en la arena de la playa, con ese para de letras enormes, si hubiese sido necesario, pero ella me diría que la playa no era mía. Realmente agradecía el detalle de que hubiese considerado mi opinión, ese era mi lugar, aunque la playa estuviera abarrotada hasta la bandera, ese era mi lugar especial y de nadie más, o por lo menos no me gustaría saber nunca que es de alguien más. Me asustaría sentarme allí y desenterrar el recuerdo oculto de otra persona, pero más que otra persona desenterrara los míos.
-Si claro, que remedio-
Esther se acercaba a mí mientras murmuraba, una vez más, la batallita de esa noche en el cuarto de baño, y una vez más volvió a sonreír, me pregunto si alguna vez deja de hacerlo. Al llegar a mi altura, instintivamente, alcé la mano para ayudarla a bajar, se deslizó, se sentó a mi lado, y allí se quedo un par de minutos pensativa, tal vez había desenterrado algún recuerdo mío, hasta que agarró mi mano y la pasó por sus hombros, se dejó caer suavemente hasta que su cabeza quedó recostada sobre mi torso. Tuvieron que pasar un par de minutos totalmente silenciosos, antes de que fuera consciente de la situación. Estaba tumbada entre mis brazos, una mano acariciaba mi torso, con la otra jugueteaba con la mía, y está inconsciente e instintivamente le respondía, entrelazando los dedos, devolviéndole las caricias, pero el momento llegó… Sé que me había percatado de lo que ocurría, lo sabía porque me lo marcaba mi corazón cuando este despertó, empezó a latir de una manera insólita, vivaz, sorprendente, nunca antes vista, tal que creía que iba a atravesar cada uno de los obstáculos que lo separaban del exterior, y mostrar su cara. Era imposible que ella no notara ese veloz golpeteo que hacía que toda la sangre viajara rápidamente por todo mi ser. Intenté levantarme velozmente intentando agarrarme a alguna oportunidad intacta, si es que la había, de que ella no lo notara, pero lo evitó agarrándome del brazo que rodeaba sus brazos y tirando fuertemente de mí hacía ella, dejándome horizontal al mar.
-Tranquilo- susurró, mientras apoyaba su mano en mi pecho para sentir sus vaivenes. Se deslizó sutilmente, cerró los ojos, y sus labios húmedos se fundieron con los míos; me dejé llevar como hacía la marea con las cosas que encontraba a su paso, haciéndola suyas, yo ya era de ella. Debía ser un sueño, y en algún momento despertaría, no ocurrió, no era un sueño, y de las realidades por mucho que uno quiera no despierta, no era el caso, así que me alcé y fui yo el que se inclinó sobre ella posando mis labios, saciando mis ansias de contacto.
Un fuego comenzó a arder en mi interior, era parecido a una sensación de éxtasis que nacía en mis entrañas, un punto álgido sin retorno que comenzaba a alcanzar una magnitud insospechada, tanto que hubo un momento en que no pude controlarla, comencé a sentir que estaba apunto de estallar…
Como en algunas escasas ocasiones ocurre, el tiempo se detuvo…
Mucho más que un segundo, mucho más que un instante…
Una luz cegadora emanó de mi ser, consumiendo palmo a palmo la oscuridad del lugar…
El fuego lanzaba llamaradas de su aliento en mi interior… ardía todo allá dentro, ardía lo desconocido, hasta el último lugar recóndito de mi alma, ardía el corazón como nunca antes lo había hecho.
Mis labios aún sentían el tacto, el roce, el recuerdo, el sueño hecho realidad…aquel beso.
Noté una presión en mi espalda… dolor, mucho dolor, pero a la vez placer… ¿Qué era aquello?
Y comencé a levitar en el aire… a unos dos metros del suelo… a unos dos metros de ella…
Extrañas imágenes se mostraban ante mi como si de una película se tratara, fotograma a fotograba aparecían, y en ellas, imágenes de un lugar lejano, muy lejano, de gentes que no había visto nunca, pero de un modo que no entendía, me hacían sentir feliz.
Pero aquel instante se desvaneció… en el mismo incontable e imperceptible espacio de tiempo en el que apareció…
…Y el tiempo volvió a ser tiempo, y esté le volvió a dar la mano al espacio para echar a correr de nuevo…
La oscuridad contraatacó apagando aquella luz, mandándola a las sombras… y el fuego que fue una intensa llamarada ni siquiera quedó en ascuas ni en cenizas, solamente en frialdad desde allí, levitando en el aire, a unos dos metros de la tierra… a unos dos metros de ella, caí desplomado contra el suelo






Final Capítulo 1

11 volátiles plumas:

Pluma de fuego dijo...

Mañana terminaré de arreglar el blog, perdonarme por tanto jaleo, y por no haberos visitado. Un beso

Noelia dijo...

Vaya encuentro!!! Lo hizo levitar?? jajajaj Mira vos este Ike le gusta más desear que concretar he!!

Es la segunda ves que el reloj marca una hora en la imagen y en el texto dice otra, es ´para despistar?
Oye me gusta mucho tu historia no tardes!!!

PD cambiaste otra vez el color del blog??

beso

Noe

Pluma de fuego dijo...

No, jeje, te explico, pongo las imagenes para que digan algo concreto, que tenga que ver con la historia, pero solo un sentimiento, o una simple palabra, aveces, no encuentro la imagen que deseo y tengo que poner lo que encuentro jeje...
Y lo de le hizo levitar, el levitar levito, si el motivo fué ese beso, ya se verá, pero creéme las consecuencias después de ese beso no quedan aqui

Silencios dijo...

No sabría explicar muy bien que he sentido, pero si puedo decirte que me quedo con la piel algo erizada. Creo que se ha escuchado perfectamente su latido

Mis besos amigo

Precioso esta quedando y muy interesante la nueva imagen.

VALENTIN dijo...

uffff... me ha encantado! increible.
Pasaré a seguirte leyendo!!!

Samantha dijo...

Cada vez que paso por aquí, me quedo con ganas de leer más.

Por cierto, me gusta el cambio de look del blog, es un color bonito :)

Farfalla Dimora dijo...

No sé como me siento... pero ese beso casi lo acaricio yo con mis labios.
¡Qué intenso!

Brillante, como siempre.

PD: creo que esta plantilla me gusta más que la roja que pusiste... no sé. Por experiencia te diré que irás probando una y otra y otra hasta que des con la que lleve tu nombre. A mí me paso con la que tengo en "El baúl del desván de la casa de la esquina".

Un besazo

Pluma de fuego dijo...

Silencios es cierto que una de las cosas que quería hacer en este episodio era que se escuchara el latido. Muchas gracias

Pluma de fuego dijo...

Gracias Valentin pásate cuando quieras

Pluma de fuego dijo...

Gracias Samantha, me alegro, claro que cuanto más te adentras en la historia más te absorbe

Pluma de fuego dijo...

Farfalla ese beso ha sido expectacular, jeje.
A mi tb me gusta esta plantilla, y por el momento la dejaré así.
Un beso