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Capítulo 5.- Ha despertado, amanece (2ª parte)
Mi cuerpo entero estaba a la merced de un impulso, poseído por el miedo. Después de un par de minutos, Iker, si realmente era él, dejó de cantar y de escribir, e inmediatamente su cara perdió todo el color, y perdió el equilibrio cayendo de bruces contra el suelo. Esta vez el temor no me paralizó, es más, me dio fuerzas para levantarme, y lo aupé como pude agarrándole por las axilas, y pese al tremendo esfuerzo que tuve que hacer para tirar de aquel peso muerto, log
ré llevarlo hasta el reposapiés.
-Te odio- gritó mirándome directamente a los ojos con sus ojos en blanco, despertándome de un puñetazo en el estómago de los sueños- no te acerques a mí Esther, lo único que haces es dañarme. No eres persona para mí-concluyó
Agonicé de nuevo cayendo de rodillas a una condena cruel, trágica y disfuncional.
Comprobé con suaves bofetadas que había vuelto a la inconsciencia.
¿Había dicho todo esto?- pensé en voz alta, ¿o tal vez había distorsionado la realidad? Intenté arrastrarlo un poco más, era lo importante ahora, ya tendría tiempo para analizar la situación, pero estaba agotada y solo llegué hasta la mitad, ni pensar en alzarlo al colchón. Opté por coger el papel que había escrito cuando actuaba en él ese alter ego, y lo guardé a buen resguardo en uno de los cajones, entre los papeles del seguro médico.
Si llamaba a las enfermeras, pensé, me harían demasiadas preguntas cuyas respuestas yo también esperaba obtener. Dirigí la mirada hacía Daniel, seguía dormido, así que opté por la única alternativa que me quedaba, pedir ayuda a Ewan. Lo desperté bruscamente, y le tapé la boca para que no pudiera emitir ningún ruido.
-¿Qué pasa Esther?-pronunció adormilado.
-Ewan, me tienes que ayudar-murmuré- Iker se ha caído de la cama
-¿Qué se ha caído?, ¿Y como se ha caído?-esperó una respuesta, pero al mirarme supo que no la iba a obtener- Venga vamos.
Esté se levantó con sigilo, y con esa misma cautela nos dirigimos hasta la habitación 226, sin descuidar en ningún momento que las enfermeras, o demás trabajadores del turno nocturno del h
ospital, andarían y desandarían el pasillo de un momento al otro. Cogimos el cuerpo cada vez más escuálido de Iker por las extremidades, yo por las piernas y el por las manos, y conseguimos subirlo hasta su cama.
-Muchas gracias Ewan- murmuré
-No hay de qué- masculló- pero ten más cuidado la próxima vez.
-Descuida, seré más precavida.
Ewan volvió a su habitación. Apagué las luces y me tumbé una vez más al lado de Iker, volviendo a recorrer con mis dedos la superficie de su cuerpo- Tranquilo, todo saldrá bien, estoy aquí, no me iré de tu lado- susurraba mientras le besaba, hasta que un ligero carraspeo, y poco después, una dulce voz quebró por completo la nocturnidad:
-¿Qué ha sido eso?-me asusté, estaba aturdida, perpleja, desorientada, era un diccionario de emociones dudosas. Aquella voz procedía del interior de la habitación. Encendí rápidamente las luces de esta, pero no había nadie más, aún así, observé cada rincón de la habitación, finalmente caí en la cuenta de que unos ojos grandes de color miel me estaban observando desde la otra cama de la habitación. Daniel había despertado, y por tanto, desde ese momento dejó de llamarse así. Fui corriendo hasta su cama, me abalancé sobre él y lo abracé.
-Me estás espachurrando- pronuncio sonrojado, ya por lo incómodo de la situación como por la falta de aire.
-¡Huy! Lo siento- sonreí avergonzada- es que me echo mucha ilusión que hayas despertado. Espera un segundo, iré a buscar a una enfermera.
-No, espera, por favor. Quiero hacerte unas preguntas-
-No soy la indicada para contestarlas. Perdona, pero es que no te conozco, y solo sé que llevas postrado en esa cama inconsciente desde hace- miré el reloj- veintiún días, y no ha venido nadie a verte desde entonces- sus ojos perdieron el brillo, como si algo le preocupara en exceso- Yo te he llamado Daniel, espero que te guste- reí a carcajadas ante la frivolidad-¿En realidad como te llamas?
-Pues sinceramente, no lo sé- contestó mientras olisqueaba los lirios que esa misma mañana, como casi todas, había traído Carmen.
-Tranquilo, no te obsesiones- pero egoístamente pensé en si cuando Iker despertara no se acordaría ni siquiera de su nombre, me aterré- con el tiempo- retomé la conversación-y poco a poco, recobrarás la memoria. Si quieres yo te ayudo a conseguirlo
-Una cosa- pensó durante unos segundos- ¿Qué le ha ocurrido al chico de la cama de al lado?- preguntó con unas claras ansias de respuesta- Es lo único que recuerdo, y su nombre, Iker, ¿No es así?
En aquellos momento no deparé en mirarme la cara en un espejo, seguramente la tendría pálida, la boca desencajada a sus máximos, y los ojos fuera de sus órbitas. ¡Desde entonces llevaba despierto!-me dije, pero ¿Cómo le explicaba yo lo que había sucedido si ni siquiera me lo explicaba yo?
-Si se llama Iker, pero aquí no ha pasado nada-improvisé- tienes que haberlo soñado- su cara se relajó.
-Si, es lo más posible- contestó quitándome ese enorme peso que hacía escaso periodo de tiempo me había echado sobre la espalda.
-Voy a llamar a la enfermera- asintió con la cabeza.
Mi cuerpo entero estaba a la merced de un impulso, poseído por el miedo. Después de un par de minutos, Iker, si realmente era él, dejó de cantar y de escribir, e inmediatamente su cara perdió todo el color, y perdió el equilibrio cayendo de bruces contra el suelo. Esta vez el temor no me paralizó, es más, me dio fuerzas para levantarme, y lo aupé como pude agarrándole por las axilas, y pese al tremendo esfuerzo que tuve que hacer para tirar de aquel peso muerto, log

-Te odio- gritó mirándome directamente a los ojos con sus ojos en blanco, despertándome de un puñetazo en el estómago de los sueños- no te acerques a mí Esther, lo único que haces es dañarme. No eres persona para mí-concluyó
Agonicé de nuevo cayendo de rodillas a una condena cruel, trágica y disfuncional.
Comprobé con suaves bofetadas que había vuelto a la inconsciencia.
¿Había dicho todo esto?- pensé en voz alta, ¿o tal vez había distorsionado la realidad? Intenté arrastrarlo un poco más, era lo importante ahora, ya tendría tiempo para analizar la situación, pero estaba agotada y solo llegué hasta la mitad, ni pensar en alzarlo al colchón. Opté por coger el papel que había escrito cuando actuaba en él ese alter ego, y lo guardé a buen resguardo en uno de los cajones, entre los papeles del seguro médico.
Si llamaba a las enfermeras, pensé, me harían demasiadas preguntas cuyas respuestas yo también esperaba obtener. Dirigí la mirada hacía Daniel, seguía dormido, así que opté por la única alternativa que me quedaba, pedir ayuda a Ewan. Lo desperté bruscamente, y le tapé la boca para que no pudiera emitir ningún ruido.
-¿Qué pasa Esther?-pronunció adormilado.
-Ewan, me tienes que ayudar-murmuré- Iker se ha caído de la cama
-¿Qué se ha caído?, ¿Y como se ha caído?-esperó una respuesta, pero al mirarme supo que no la iba a obtener- Venga vamos.
Esté se levantó con sigilo, y con esa misma cautela nos dirigimos hasta la habitación 226, sin descuidar en ningún momento que las enfermeras, o demás trabajadores del turno nocturno del h

-Muchas gracias Ewan- murmuré
-No hay de qué- masculló- pero ten más cuidado la próxima vez.
-Descuida, seré más precavida.
Ewan volvió a su habitación. Apagué las luces y me tumbé una vez más al lado de Iker, volviendo a recorrer con mis dedos la superficie de su cuerpo- Tranquilo, todo saldrá bien, estoy aquí, no me iré de tu lado- susurraba mientras le besaba, hasta que un ligero carraspeo, y poco después, una dulce voz quebró por completo la nocturnidad:
-¿Qué ha sido eso?-me asusté, estaba aturdida, perpleja, desorientada, era un diccionario de emociones dudosas. Aquella voz procedía del interior de la habitación. Encendí rápidamente las luces de esta, pero no había nadie más, aún así, observé cada rincón de la habitación, finalmente caí en la cuenta de que unos ojos grandes de color miel me estaban observando desde la otra cama de la habitación. Daniel había despertado, y por tanto, desde ese momento dejó de llamarse así. Fui corriendo hasta su cama, me abalancé sobre él y lo abracé.
-Me estás espachurrando- pronuncio sonrojado, ya por lo incómodo de la situación como por la falta de aire.
-¡Huy! Lo siento- sonreí avergonzada- es que me echo mucha ilusión que hayas despertado. Espera un segundo, iré a buscar a una enfermera.
-No, espera, por favor. Quiero hacerte unas preguntas-

-No soy la indicada para contestarlas. Perdona, pero es que no te conozco, y solo sé que llevas postrado en esa cama inconsciente desde hace- miré el reloj- veintiún días, y no ha venido nadie a verte desde entonces- sus ojos perdieron el brillo, como si algo le preocupara en exceso- Yo te he llamado Daniel, espero que te guste- reí a carcajadas ante la frivolidad-¿En realidad como te llamas?
-Pues sinceramente, no lo sé- contestó mientras olisqueaba los lirios que esa misma mañana, como casi todas, había traído Carmen.
-Tranquilo, no te obsesiones- pero egoístamente pensé en si cuando Iker despertara no se acordaría ni siquiera de su nombre, me aterré- con el tiempo- retomé la conversación-y poco a poco, recobrarás la memoria. Si quieres yo te ayudo a conseguirlo
-Una cosa- pensó durante unos segundos- ¿Qué le ha ocurrido al chico de la cama de al lado?- preguntó con unas claras ansias de respuesta- Es lo único que recuerdo, y su nombre, Iker, ¿No es así?
En aquellos momento no deparé en mirarme la cara en un espejo, seguramente la tendría pálida, la boca desencajada a sus máximos, y los ojos fuera de sus órbitas. ¡Desde entonces llevaba despierto!-me dije, pero ¿Cómo le explicaba yo lo que había sucedido si ni siquiera me lo explicaba yo?
-Si se llama Iker, pero aquí no ha pasado nada-improvisé- tienes que haberlo soñado- su cara se relajó.
-Si, es lo más posible- contestó quitándome ese enorme peso que hacía escaso periodo de tiempo me había echado sobre la espalda.
-Voy a llamar a la enfermera- asintió con la cabeza.

Cuando volví con la enfermera, esta le miró las pupilas con una linterna, y comprobó y anotó los datos que mostraban las máquinas.
-Todo está normal- sonrió- aún así voy a llamar al doctor para que venga de inmediato y mire a que se debe la falta de memoria
-De acuerdo- pronunció
-También llamaré a tus familiares.
En el lugar comenzó a reinar el más profundo e inquietante silencio. El muchacho estaba rumiando algo, y solo su voz destrozó la incesante monotonía.
-¿Mis familiares?- negó con la cabeza. Claro que tenía gana de ver a sus familiares, y aún más por comenzar a trabajar en la recuperación de su memoria, pero aún así era desquiciante asimilar que nadie se había preocupado por su estado.
-Tranquilo, se lo que piensas, pero no te preocupes, yo estoy aquí- recordé que más o menos eran las mismas palabras que le susurré a Iker.
Antes no me había detenido en contemplarle, pero ahora tenía la ocasión. Era de una belleza arrolladora, delgado, y tan alto o más que Iker. Tenía el cabello ondulado y negro como el azabache, y unos ojos grandes cautivadores y expresivos, pero ahora su mirada andaba fundida, no residía en ella el brillo iluminante y esperanzador que vislumbraba cuando despertó de su letargo.
-¡Daniel!- gritó una mujer efusiva que se abalanzó sobre este, era Carmen. Cada día me asombraba más de la capacidad y la rapidez de movimiento de aquella mujer, y

Segundos después la puerta se abrió, y tras ella aparecieron dos hombres, uno de ellos con una bata blanca, era el doctor, al otro hombre, que iba trajeado, no lo había visto nunca. En seguida disolvieron mis dudas, las de Carmen, y sobretodo las del interesado. Carmen y yo actuábamos como leonas protegiendo a nuestra cría. El doctor Espinosa nos explicó que ese hombre era el padre del chico, aunque al mirarlo bien nunca me hubiese atrevido a emparentarlos. Él era bajo, de ojos azules, y con una tez blanquecina, nada que ver con la morena piel de su hijo. Más allá de todo aquello, ese hombre no me daba buena espina. El doctor tenía que llevarse al muchacho

-Disculpe señor-
-Dime- respondió de mala gana
-¿Cómo se llama su hijo?
-Rodolfo- pronunció, dejándome la sensación de que por un momento había dudado- Venga Rodolfo- se dirigió a él- vamos a que te hagan las pruebas pertinentes para que te den el alta, que este no es el lugar adecuado para que tú estés- concluyó saliendo por el umbral de la puerta, y echó a andar. Sus zapatos golpeaban fuertemente contra el suelo con cada una de sus pisadas, y se fueron debilitando a medida que avanzaba, hasta que finalmente desapareció por completo. Rodolfo accedió, y cabizbajo lanzaba continuas llamadas de auxilio.
8 volátiles plumas:
Espero que os guste este parte del episodio, a mi me ha encantado escribirlo.
Pd: Estaros pendientes de los detalles, mis queridas lectoras
Pobre Rodolfo, si es que al final resulta que se llama así.
Bueno genial tío me ha encantado esta parte, cada día consigues que me quede con ganas de más, de mucho mássss....
Voy a repasar los detalles no sea cosa que me pierda algo importante jajaja.
Besos.
Claro que gusta!! Yo estoy enganchada a tu historia!
Ruth jejeje, tu dí que sí, que con los detalles, tal vez descubras cosas antes de tiempo...
Samantha gracias ^^
Uy ahora Rodolfo pero no es Rodolfo jajaj oye que veo por donde va!! Me gusta mucho la historia!!
Besos
Noe
Me gusta mucho esté nuevo enfoque, Daniel/Rodolfo., con sus gritos de auxilio en silencio.
Besos Genio.
Repaso un poco más que es muy temprano y ando algo dormida.
Dí que si jajaja, que quien mira bien , no pierde nada
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