viernes, 28 de agosto de 2009

Plumas de fuego.- Capítulo 1.1

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Capítulo 1.- Desplegaos sentimientos.




¿Qué harías si tú modélica vida, o simplemente la vida a la que estás acostumbrado, a la que tienes cogida por la mano, cambia de un segundo al siguiente?
¿Si todo se desencadena a un ritmo tan vertiginoso que no puedes parar ni tan siquiera a intentar comprender?
¿Serás capaz de separar la más dura realidad de las más amargas pesadillas?
“Cada momento en la vida tiene su porqué, y cada porqué, su motivo, nada ocurre porque sí, simplemente es cuestión de equilibrio. Y creemos que el problema es mayor cuando no tenemos ni idea de los motivos ni de los por qué, aunque haya demasiadas alternativas para huir o enfrentarse a él, pero el verdadero problema es cuando las cosas que vienen solo tienen una única vía que seguir.”
-¡Iker, la comida está lista!- comenzó a gritar mi madre desde la cocina para devolverme a la realidad, me volví a ver el reloj de la mesilla de noche. Las 14:08 quedaban reflejadas en el luminoso de la pantalla. Me había despistado aproximadamente unos veinte minutos, absorto en los pensamientos a causa de ese párrafo escrito por algún compañero en un de mis libros de la Universidad, y que no sé porqué me había llamado tanto la atención. Tal vez solo me lo escribieron para recordarme que en la vida solo tenemos un camino que recorrer, por muy peligroso, o por muy complicado que sea este.
-Iker, o bajas ahora, o te quedas sin comer- los alaridos de mi madre resonaban por todas las paredes de mi casa, se introducía en mi columna vertebral, y me provocaba una larga serie de escalofríos.
Bajé las escalera lo más rápido que pude, incluso asumiendo el riesgo, al igual que otras muchas otras veces, de bajarlas rodando. Mi estomago empezó a producir sonidos que todos unidos podrían pasar como melodía un tanto grotesca producida por la escasez en mi alimentación de sólidos, pero supongo que era una melodía bastante común en los estudiantes que viven sin sus padres y se encuentra de lleno en época de exámenes.
Me dirigí hacia la cocina con esa hambre voraz, y aprovechando un descuido de mi madre, levanté la tapa de la olla para ver que era lo que provocaba ese delicioso olor.
-¡Bien!- grité entusiasmado mientras la boca se me hacía agua- has hecho zarzuela, no sabes como hecho de menos tu comida- y aunque noté una ligera sonrisa alagada en su rostro, enseguida se marchó cuando percibió que algo no era normal
-¿Te has lavado las mano?- articuló mi madre con su mirada desafiante al verme intentando meter un trozo de pan en la olla. Esa mirada la había adquirido hacía mucho tiempo, pero con el paso de los año había ido evolucionando, y ahora llegaba a provocar terror en mi padre, en mi hermana pequeña y en mí, y si ha eso le añadimos que estaba con la escoba en la mano en un modo más que amenazante, comprendí que la situación era delicada, que no podía mover el trocito de pan un milímetro más allá, y que no podía ni siquiera permitirme el lujo de rechistar. Regresé la mano lo más cauteloso posible, vigilando al milímetro cada detalle para evitar que el mínimo paso en falso le diera pie a que entrara en cólera si creía que me estaba burlando de ella, y me dirigí al lavabo, vigilando mi espalda, a lavarme las manos cuando escuché la voz de Esther.
-Hola Carmen. ¡Que bien huele por aquí!- exclamó ella con su habitual y peculiar sonrisa, que aunque no veía en esos momentos, sabía a ciencia cierta que estaba esbozada en su rostro, que desprendía esa luz, solamente por el timbre de voz que usaba en sus palabras.
-Hola Esther, venga vete a lavarte las manos y siéntate a comer- le inquirió mi madre, eso sí, sin mirada desafiante, sin escoba en la mano, y con un tono más afable, dado la predilección que siente hacía esa muchacha
-Vale Carmen, me las lavo y si quieres te ayudo hasta que llegue…
-¿Yo?- sonreí mientras ella daba un brinco debido al susto de encontrarme allí de improvisto saliendo del baño aún con las manos enjabonadas- Sigues sin enterarte que esta es la casa de mis padres- murmuré con cierta chulería, y con énfasis en la palabra “mis”, intentando evitar que mi madre me oyera y me dejara sin comer
-¡Iker!- gritó abalanzándose sobre mí, aunque en vez de darme un par de besos o un abrazo como era habitual en amigos que hacía tiempo que no se veían, aunque, sinceramente, en realidad solo habían pasado unas horas, pero para ella era eterno, me saludó peculiarmente con un tremendo y doloroso pellizco en la nalga que me dejaría la zona insensible un buen rato –Grita si te atreves- sonrió- ¿Por qué no me has llamado? Te he echado de menos
-La verdad- resoplé por el hecho de tener que explicarle una vez más el motivo- sabes que estoy en plenos finales, y no tengo tiempo para nadie, ni siquiera para mí, y solamente han pasado…-miré el reloj de muñeca- quince horas para que me eches tanto de menos. Además- proseguí- porque tu te hayas tomado un año sabático y no hagas nada, no significa que los demás tiremos el tiempo
-Anda, es verdad-su expresión se volvió un tanto preocupada, haciéndome llegar a creer que realmente no lo sabia, por mucho que supiese que así era- pues espabila y apruébalas todas- dijo-Y no vuelvas a hablarme así- volviéndome a propinar otro pellizco en la otra nalga que ya sería definitivo para que tuviese que comer de pie. Mi madre me recriminaría mi falta de educación, mi actitud, mientras ella mostraría su carcajada más pícara y silenciosa-Chilla, valiente- vocalizaría en silencio mientras continuaría riéndose. Empezaba a considerarme como hombre muerto.
Esther es mi compañera de piso, o sería más correcto decir, que yo soy un inquilino en casa de sus padres. Los padres de Esther tienen una casa cercana a la Universidad de Barcelona, pero estos ahora están viviendo temporalmente en un pequeño pueblo de la provincia de Lérida, y le dejaron la casa para que continuara con sus estudios, aunque finalmente, al menos este año, optase por no hacerlo. Como terminé yo en su casa es un tanto más extraño de explicar:
Esther es mi compañera de piso, o más bien, yo soy un inquilino en casa de sus padres.
Los padres de Esther tienen una casa muy cerca de la Universidad, pero estos ahora están viviendo en un pequeño pueblo de la provincia de Lérida, y le dejaron la casa a ella para que se quedara en la ciudad, y siguiese estudiando, aunque finalmente este año optó por no hacerlo, ya como terminé yo en su casa es un tanto más extraño de explicar:
Recuerdo aquella mañana calurosa de principios de septiembre como si fuera ayer, y como yo después de haber esperado hasta ultima hora para buscar un piso y seguir rechazando ofertas, los mejores estaban ya ocupados, y el resto no me interesaba, ya por la ubicación, ya por las condiciones del piso, o porque los inquilinos de ellas no me inspiraban confianza, me encontraba una vez más enfrente de la universidad arrancando papelitos con números de teléfono. Recuerdo como ella se me acercó de la nada para ofrecerme un piso en el caso extraño de que yo siguiese buscando a esas alturas. Si, la verdad fue muy chocante la manera que ocurrió todo, pero fue tan rápido, que mi capacidad para pensar si era una buena opción o no se nubló, y algo en mi, tal vez simplemente fuera la necesidad, arrancó las palabras de mi garganta para que finalmente sucediera lo que sucedió, no sé si fue algo rebuscado o paso porque tenía que pasar…
La contemplaba mientras se acercaba, no os engañaré, es una chica que llama la atención al primer golpe de vista. Mas o menos tenía mi edad, su pelo era negro como el azabache, rizado y extenso hasta varios centímetro debajo de la cintura, sus ojos eran de color miel o marrones verdosos, o amarillentos, la verdad, no sabría describir exactamente su color. Su complexión y su altura eran normales, aunque lo que más me llamó la atención de ella fue sus sonrisa cautivadora, aquella luz, que nunca escondía y eclipsaba todo lo demás. Es cierto que al principio me daba mucho miedo, tal vez se tratara de una psicópata, ya sé que era una chica y seguramente con mi complexión musculosa podría detenerla ante cualquier ataque que me intentara propinar, pero en la oscuridad de la noche, cuando las luces descansan, y los sueños resurgen mi vulnerabilidad me colocaría en la palestra, aún así decidí lanzarme al vacío, y sin paracaídas, a un golpe que sería casi mortal, aunque quizás allá abajo había alguna colchoneta que lo amortiguara, pero si no la había, durante el trayecto estaría orgulloso de haberme abierto de esa manera, y haber sido capaz de aceptar tanto riesgo. La alarma saltó cuando me dijo que no hacia falta que le pagara nada por el alquiler de la habitación, la casa era de sus padres y estaba pagada, y con solo pagar los típicos gastos de una casa (agua, luz, comunidad, comida) a medias sería suficiente,- perfecto, ya puedo echar a correr- pensé yo. Aunque era un poco escéptico de que aquella gran oportunidad se hubiese cruzado en mi camino, sorprendentemente la acepté, pasará lo que pasara mis padres vivían a pocos kilómetros de Barcelona.
El piso era bastante grande y espacioso, tenía cuatro habitaciones, y una buhardilla, un solo baño, un comedor salón, una inmensa cocina, y dos terrazas.
Todos los miedos se fueron al mudarme a su casa, en el preciso instante en el que entre por el marco de la puerta, y todo empezó a ir a pedir de boca. La chica era muy ordenada, sabía hacer de todo, y la convivencia era muy agradable, demasiado diría yo, hasta que paso lo que creía que iba a pasar, lo que comenzaba a sentir que tarde o temprano iba a suceder, comencé a enamorarme de ella.
Pero es algo que opté por ocultarlo, al menos intentarlo, nadie lo sabe y nunca nadie debe saberlo, no quiero perderla a ella, a ese vínculo; no nos engañemos, en cualquier amistad que aparece el amor, esta se va deteriorando poco a poco.
Pero es algo que opté por ocultarlo en lo mas profundo de mi ser, nadie lo sabe y nunca nadie debe saberlo, no quiero perderla; no nos engañemos en cualquier amistad que aparece el amor, esta se va deteriorando poco a poco. Sé que si soy fuerte en algún momento ese sentimiento apaciguará hasta desaparecer y aunque intento escaparme de el, me atrapa, y me es imposible dejar de sentir, quizás solo haga falta un poco más de tiempo, quizás algún día me devuelva me corazon, eso quiero creer.

CONTINUARÁ...

6 volátiles plumas:

Silencios dijo...

Hola amigo lo que has visto en mi blog son ENLACES de las personas que también están siendo acosadas y amenazadas. Son blogs independientes al mío, como el tuyo.
Muchas gracias por tu apoyo.

Como siempre un escrito magnifico. Amigo

Besitos.

Pluma de fuego dijo...

Ah!! Ok, ya me había asustado. Muchas gracias amiga

Noelia dijo...

Hay q seguir esperando?? me quedé con la cabeza en la mano!! jajajaj
Iker es Kiar???

Muy buena la parte en q describís la mirada de la "madre" jajaj y me gusta la parte romántica tu historia tiene de todo!

Besos y no te hagas esperar que se me ocurren muchas cosas de como va.
y quiero ver si estoy en lo cierto.

Noe

Pluma de fuego dijo...

Noelia, jajaja, haber si para la próxima vez cuelgo algo de las cuatro historias.
Si iker es Kiar? No te puedo contestar, y en cuanto a la cabeza en la mano, es del prólogo, ahora ha comenzado la historia, así que si quieres saber lo de la cabeza, tendrás que esperar. Claro que luego cuando llegue vendrá una gran explosión de verdades,sentimientos, etc...

Farfalla Dimora dijo...

Ains... que no he podido pasarme antes :S (estos exámenes... van a acabar conmigo)
El relato brillante, como siempre.
Y la historia... ¡¡me muero por saber todos los entresijos!! ¡¡¡¡¡Publica más a menudoooOO!!!!!
xD
Un beso

Pluma de fuego dijo...

Farfalla ya tengo el próximo, jeje, que te va a dejar pasmada, supongo que la publicaré mañana o el martes